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Este es el 'Puro vicio' para quien no le guste Thomas Pynchon. O el 'Boogie nights' para quien le dé pereza la talla XL. De tan retorcida, la trama es muy simple, y las ambiciones de Shane Black son modestas y derivativas: hacer otra 'buddy movie' a modo de precuela para aquellas que se inventó en los años 80, cuando escribió 'Arma letal'. Hay una cierta empatía para los personajes -sobre todo para Ryan Gosling, comodísimo explotando su vis cómica-, el hallazgo de una joven promesa, Angourie Rice, y el retrato de un período histórico, aquellos 70 tan disco, que siempre hacen gracia. Y este ejercicio del 'noir' desencantado se convierte en el retrato de una era corrupta, ni más ni menos que cuando Bogart hacía de Marlowe.