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Como demuestran 'Napoleón Dinamita', 'Super Nacho' y 'Gentlemen Broncos', Jared Hess es un cineasta poco convencional. Amante de los personajes extravagantes y las tramas bizarras, sus comedias ilustran vidas absurdas y ambientes desastrados como si se tratara de mitos contemporáneos. 'De-mentes criminales' puede que no sea su mejor película, pero resulta enérgica y vigorizante. Basada en hechos reales, convertidos aquí en farsa alocada, cuenta las peripecias de unos cuantos desgraciados, pura 'white trash', que perpetraron uno de los atracos más millonarios de la historia de Estados Unidos. Hess se ve obligado, claro, a seguir la estructura del género, pero sus apuntes en torno a la vida en la América profunda, la más hortera y alocada, proporcionan no sólo gags memorables, sino también el retrato preciso y riguroso de una cierta mentalidad yanqui.