[title]
Como sucede en todas las películas de Nacho Vigalondo –quizás ahora mismo uno de los cineastas más interesantes del panorama español–, 'Colossal' no es lo que podría parecer. Está filmada en los EUA y en inglés, pero no tiene nada que ver con estas operaciones quirúrgicas que quieren trasplantar el espíritu de los géneros hollywoodienses a nuestro contexto. No. 'Colossal' es un experimento, una comedia generacional que se transforma en un ejercicio en torno al cine fantástico y que a la vez se convierte en una fábula sobre el crecimiento emocional.
Anne Hathaway interpreta a una chica perdida que retorna a su pueblo para reponerse y allí se reencuentra con su pasado, con todas las consecuencias: un pasado hecho de amores truncados y sueños perdidos, que ahora vuelve de una manera 'siniestra', como diría Freud, a partir de unos extraños acontecimientos que, aunque se desarrollen en Seúl en forma de atrevida trama de ciencia ficción, tienen mucho que ver con la deriva de los protagonistas, con su imposibilidad de acceder a la madurez.
No añadiré más, no quiero romper la esencia de este film emotivo, reflexivo, de un rigor inusitado, que habla de nuestra dependencia de la ficción, a la vez estimulante y peligrosa. Todo un discurso sobre el cine y su capacidad vampírica a partir de un relato absorbente, de un tono melancólico que emerge misteriosamente de este puñado de imágenes tan turbadoras como reconfortantes.