Churchill

A la sombra del Brexit, parece que el cine encuentra necesario -y 'Dunkerque' es un ejemplo fantástico- reivindicar la magnificencia del Imperio británico, incluso cuando a este le da por equivocarse. 'Churchill' se acerca a la Gran Figura Ejemplar de la política inglesa del siglo XX, alabando su lucidez precisamente a partir de un error de cálculo: su convencimiento de que el día D sería un fracaso, una carnicería, un triunfo para los alemanes. Conocemos, pues, la grandeza de Churchill, interpretado por un Brian Cox con alma de Falstaff, a través de su vulnerabilidad, de sus miedos, de sus traumas. Es una buena idea, si no fuera porque la película no sabe separarse de los tópicos ramplones del 'heritage drama', porque da vueltas y más vueltas sobre el mismo tema sin darse cuenta de que la tensión dramática está hipotecada por la Historia y que, en fin, lo que queda son los restos de un telefilme didáctico, académico y monótono. Leyendo la entrada de Churchill en la Wikipedia habríamos tenido suficientes frases lapidarias y oratoria de barítono.