Chappie

Cuando una película se plantea cómo representar la conciencia humana, nos la deberíamos tomar en serio. Viendo el resultado -una abstracción pixelada- nos damos cuenta de que la propuesta de Neill Blomkamp, que parece haber dilapidado el talento de su debut con 'Distrito 9', no se toma en serio ni su sombra. Y no es una cuestión de exceso de sentido del humor sino de pereza: el primer cuarto de hora de 'Chappie' parece una copia torpe de 'Robocop', y el resto del metraje se dedica a mezclar el mito de Frankenstein con Cortocircuito pisando tópico tras tópico como quien va a la vendimia. Los que eran malos acaban siendo buenos (los desaprensivos padres adoptivos de Chappie, el robot que hace de buen salvaje), el guión da más vueltas (innecesarias) que una lavadora y sólo se salva del desastre el nervio a ritmo de música máquina del primer tiroteo.