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Bienvenidos al museo de cera. A la izquierda está la nostalgia por un Hollywood que funcionaba, en los años 30, de una forma muy parecida a la de hoy en día. A la derecha, los gánsters, los clubes nocturnos, los crímenes amorales herederos de la época de 'Delitos y faltas'. Y está el romanticismo frustrado por la ambición y el dinero, pero toda emoción parece desterrada por una dirección insípida, que arrastra la falta de empatía que genera un actor como Jesse Eisenberg, ligeramente compensada por el carisma, a la vez contenido y glamuroso, de Kristen Stewart. Los colores digitales de Vittorio Storaro hacen que 'Café society' parezca más bonita de lo que es, y a pesar de que la reconstrucción de época es bastante precisa, la película está embalsamada por su propia apatía, como si le diera pereza levantarse de la cama.