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Hace tres años que se estrenó la primera película Lego, y nos dejó con la boca abierta. Lo que pintaba como una aburrida operación de marketing sin alma resultó ser una trepidante cinta de animación.
Ahora nos llega un spin-off, extraído de uno de sus momentos más hilarantes: aquel en el que aparecía un imitador de Batman que se vestía con una coraza negra para luchar contra el crimen urbano. En este caso, es el protagonista, un megalómano que hace honores al arquetipo del ególatra que la comedia, en todas sus expresiones, reivindica como propio.
Pensad en una mezcla entre Jack Sparrow, el Pato Lucas y Donald Trump, y tendréis una aproximación. Sin perder gota del sello de calidad que dio prestigio a la primera entrega, nos encontramos ante un producto fresco y divertido que os robará el corazón.