La primera entrega de la saga 'Animales fantásticos' necesitaba crear un mundo conectado con el universo 'Harry Potter', pero que también fuera autónomo. Hubo que introducir varias tramas de nuevos personajes e iniciar una historia capaz de sostener al menos cuatro películas más. Con todo esto hecho, la segunda entrega nos debería hacer disfrutar de las posibilidades de este universo mágico. Pero a pesar de ser bonita e inventiva, 'Los crímenes de Grindelwald' vuelve al ejercicio pesado de construir otro mundo nuevo... que resulta dudoso.
El mago Gellert Grindelwald (Johnny Depp) se ha escapado de la prisión de Londres y ha huido a París para establecer las bases para un levantamiento de magos. Para detenerlo, el gobierno mágico aproxima al examigo / posible amante de Grindelwald, Albus Dumbledore (Jude Law). Hay unos ocho personajes principales más implicados, pero no tenemos espacio para tanto. Versión corta: una guerra de magos está a punto de empezar. Visualmente, el mundo no podría ser más rico. El progreso del espectador a través de él, sin embargo, se hace lento, lento.
Como guionista, J.K. Rowling es ambiciosa y quiere incluir una enorme cantidad de relatos. Pero esto es una película y no un libro. En una película de 135 minutos, todo nos llega un poco confuso y precipitado.