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Por norma, las películas que cuentan con la presencia destacada de un tiburón suelen transcurrir por encima de la superficie del agua, jugando con la tensión que produce ver la aleta letal emergiendo al fondo del plano. Pero 'A 47 metros' prefiere cambiar la situación, y se las ingenia para que las hermanas que protagonizan el film tengan un accidente mientras realizan una inmersión subacuática en una jaula y queden atrapadas en las profundidades marinas con unas reservas de oxígeno que merman cada minuto. De este modo, la propuesta de Johannes Roberts mezcla ingeniosamente el eterno miedo a que un escualo nos muerda los muslos con un escenario donde es imposible encontrar referencias de orientación, y que nos hace pensar por momentos en una versión modesta de la puesta en escena espacial de 'Gravity' de Alfonso Cuarón.