El monte Artxanda siempre ha sido uno de los lugares preferidos por los bilbaínos para disfrutar de su tiempo libre. Por ello, a principios del siglo XX construyeron un bonito funicular que ha día de hoy aún sigue funcionando cada día y que es la mejor manera de llegar hasta arriba. Una vez allí, lo primero es asomarse al espectacular mirador para contemplar la ciudad a vista de pájaro. Y después a tomar un txakoli con una gilda en los restaurantes de la zona.
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