Conspiranoia
El pretexto de la obra roza casi la ridiculez: cuatro amigos se encuentran para hacer cambiar de opinión a uno de ellos, que lleva meses convencido de que la Tierra es plana. Pero el resultado final es magnífico. Porque la obra va dando vueltas, se salta semáforos en rojo y efectúa saltos al vacío brillantes. La pieza que han escrito Marc Angelet y Jordi Casanovas es de una exitosa orfebrería dramática y los intérpretes que la hacen posible nos lo hacen creer todo, incluso, sí, que la Tierra tiene la forma de una pizza. En 'Conspiranoia' no hay ningún gesto superfluo. ¿Por qué Roger (Eduard Farelo), la pareja de la terraplanista (Clara, Àurea Márquez), coloca las sillas como si se tratara de imitar un tribunal? ¿Por qué ella aparece en escena con un traje como ir a pescar al río? ¿Por qué Álex (David Vert) viste una camisa de leopardo? ¿Por qué Sonia (Mia Esteve) es tan visceral en su primera intervención ante Clara? Todo acaba teniendo una respuesta y nunca es la que podemos imaginar de entrada. Salimos del teatro sabiendo que todos tenemos cadáveres en el armario Angelet y Casanovas han escrito una pieza que se puede comparar sin sonrojarnos con las comedias de situación de Edward Albee ('¿La cabra o quién es Sylvia?') o de Yasmina Reza ('Un dios salvaje'), con el punto favorable que ni el motor dramático da vergüenza ni el tema central está muy gastado. Tampoco nos aleccionan, ni nos dicen quién tiene razón o quién no la tiene del todo. Salimos del teatro sabiendo que todo