Cuando el alemán Jürgen Mayer ganó el concurso para realizar este proyecto, nadie imaginaba lo que supondría. La opinión de los sevillanos se vio dividida desde entonces: hay quienes aman Las Setas de la Encarnación, como se las conoce popularmente, y hay quienes las odian. La cuestión es que, sin dejar a nadie indiferente, esta inmensa estructura que simula seis setas gigantes y a cuya parte superior se puede acceder a través de un ascensor, se ha convertido en uno de los nuevos iconos de Sevilla. Las vistas al atardecer desde su mirador son espectaculares. En sus bajos se halla el Mercado de la Encarnación y el Antiquarium, en el que visitar las ruinas romanas encontradas durante los años que duró la obra.
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