Es imposible no quedarse sin habla al poner un pie en el interior de San Luis de los Franceses: su belleza y magnificencia es abrumadora. Esta joya del barroco fue fundada por la Compañía de Jesús en 1731 y recibe visitas guiadas a diario. Tras la expulsión de los jesuitas en 1835 pasó a ser seminario, después convento franciscano, hospital venerable, fábrica, hospicio y, ya a principios del siglo XX y una vez desacralizado, escenario para representaciones de Don Juan Tenorio. Las zonas abiertas al público son la iglesia, la capilla doméstica y la cripta.
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