Porque en la reforma de la estructura de la casa se han respetado tantísimo cada uno de sus antiguos detalles, que dormir en cualquiera de sus habitaciones es como si se viajara a 1864, fecha de su edificación. Estancias que se organizan en torno al patio principal y que están repartidas en tres plantas donde la luz es la gran protagonista. La decoración, que continúa con la línea clásica del hotel consigue crear un ambiente elegante e íntimo. Cada tarde los huéspedes pueden disfrutar de una completa merienda cortesía de la casa. Si apetece más un ratito al aire libre, nada como subir a su azotea, desde donde se contemplan unas vistas del casco histórico de Sevilla que dejan sin habla.
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