Cada detalle y cada elemento es cuidado a diario con el máximo mimo por los responsables del alojamiento para que todo esté perfecto en este coqueto hotel boutique: un dato importante para entender el por qué los huéspedes se sienten como en casa. Está formado por 17 habitaciones decoradas de manera individual repartidas por un antiguo palacio del siglo XVII del barrio de La Alfalfa. Cada espacio es único, aunque el protagonismo recae en su patio central con columnas de mármol y en la colección de arte que decora gran parte de las estancias. La gastronomía es otro de sus atractivos: exquisitas tapas, una buena colección de vinos y copas con vistas a la Giralda completan sus servicios.
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