1. Lyon
Seré honesta con vosotros. No puedo ser objetiva: Lyon es la ciudad en la que resido y hay 1.001 motivos por los que la escogí. Me chifla su vino de color granate y, por supuesto, la cocina lionesa. Aunque la fama de capital gastronómica le viene dada por sus bouchons (restaurantes tradicionales cuya especialidad es la carne), son muchos los establecimientos de cocina fusión que también tienen algo que decir. Es el caso del franco-libanés Ayla o de Poissonchat, donde juegan a combinar elementos japoneses con otros sudamericanos. Eso, en lo que a la buena mesa se refiere. Todavía nos quedaría hablar de la belleza de una de las ciudades de Francia más bonitas: la forma en que la luz se refleja en las cúpulas doradas del Hôtel de Ville antes de ponerse tras la Basílica de Fourvière, y las creaciones en los pavimentos del Banksy de mosaicos de Lyon, Ememem.