Nancy, France
Photograph: olrat/Shutterstock.com
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7 ciudades de Francia que merecen una visita (más allá de París)

Discotecas en mercados y antiguas fortalezas romanas son solo una muestra de lo que estas ciudades francesas esconden

Anna Richards
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No diré que París no vale la pena (y no me creerías si lo hiciera), pero ir al país vecino y visitar solo París es como probar un solo plato durante todas tus vacaciones. Mis ciudades de Francia favoritas son aquellas que puedes explorar fácilmente a pie (aunque los trenes de dos pisos de París aún me emocionan como a una niña). Al salir de la capital, descubrirás antiguas fortalezas romanas, discotecas en mercados y especialidades gastronómicas para el recuerdo. ¡Y oye, muchos de los trenes de línea también son de dos pisos!

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1. Lyon

Seré honesta con vosotros. No puedo ser objetiva: Lyon es la ciudad en la que resido y hay 1.001 motivos por los que la escogí. Me chifla su vino de color granate y, por supuesto, la cocina lionesa. Aunque la fama de capital gastronómica le viene dada por sus bouchons (restaurantes tradicionales cuya especialidad es la carne), son muchos los establecimientos de cocina fusión que también tienen algo que decir. Es el caso del franco-libanés Ayla o de Poissonchat, donde juegan a combinar elementos japoneses con otros sudamericanos. Eso, en lo que a la buena mesa se refiere. Todavía nos quedaría hablar de la belleza de una de las ciudades de Francia más bonitas: la forma en que la luz se refleja en las cúpulas doradas del Hôtel de Ville antes de ponerse tras la Basílica de Fourvière, y las creaciones en los pavimentos del Banksy de mosaicos de Lyon, Ememem.

2. Brest

Brest demuestra que no hay que dejarse llevar por la primera impresión. Sin rodeos, no es una ciudad bonita: los intensos bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial hacen que el hormigón esté muy presente en su arquitectura. Sin embargo, al mirarla con detalle, apreciarás que se llena de color. Las linografías y cosméticos caseros de la galería-boutique Les Ovnis, los tés de crema bretona en L’Échappé Belle y la música folk en el pub irlandés Tir Na N’Og forman el alma de Brest. Un ferry (en funcionamiento de abril a septiembre) conecta la ciudad con la salvaje y hermosa península de Crozon, donde los acantilados de granito y los brezales salpicados de tojo muestran el impacto de cada tormenta que azota el Atlántico.

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3. Nancy

Cuando visité Nancy por primera vez, me enamoré perdidamente. Sentí ese tipo de enamoramiento que te deja sin aliento, como el que se tiene en la adolescencia. Su increíble belleza fue la responsable. Al salir de la estación, te encuentras de inmediato con las paredes cuidadosamente pintadas de la Brasserie Excelsior, un ejemplo de Art Nouveau. Este estilo, precursor del Art Déco, es menos geométrico y más floral, con abundancia de detalles naturales. La verdadera belleza está en los detalles: puertas esculpidas, marcos de ventanas y techos de vitrales que embellecen edificios que de otro modo serían ordinarios.

4. Narbonne

Narbonne es una de las ciudades de Francia con más historia, como lo demuestran las ruinas romanas que pueden apreciarse alrededor de las tiendas del centro. Párate a contemplar la catedral gótica de Saint-Just et Saint-Pasteur. Sentirás que algo no te encaja. ¿Lo notas? Nunca se terminó, pero eso es lo que la hace tan atractiva porque las partes inacabadas dejan pasar la luz del sol del Languedoc en haces que parecen antorchas. Por su parte, Les Halles, el mercado cubierto, tiene cassoulets (guisos) más grandes que calderos, erizos de mar espinosos y montones de mejillones. Particularmente novedosos son los "nocturnes" (eventos nocturnos) que a veces se celebran aquí: imagina una discoteca de los años 80 en un mercado.

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5. Lille

Lille es de esas ciudades de Francia conocida por su arquitectura flamenca, su vibrante escena cervecera y sus coloridas y sabrosas especialidades gastronómicas. Todo, excepto el clima, es cálido en Lille. Los platos típicos se caracterizan por sus colores intensos, como el Welsh, hecho de pan, mostaza, cerveza, jamón y 'Cheddar' de color mandarina. Luego, están los edificios flamencos de ladrillo rojo y las numerosas cervecerías de la ciudad (sigue las luces de neón hasta Brique House). La cerveza puede ser por lo que la ciudad es conocida, pero Le Presentoir tiene una selección de vinos lo suficientemente extensa como para recordarte que sigues en Francia.

6. Chinon

Aunque es un pueblo, Chinon cuenta con un impresionante castillo y puede presumir de envolver a quien lo visita en una atmósfera de cuento. Situado en el corazón del Valle del Loira, esta localidad no fía su atractivo únicamente a ese 'château'. No. Se anima a sorprenderte con una imponente fortaleza del siglo X que no rodea al pueblo, sino que se sitúa sobre él. En sus calles encontrarás numerosas tiendas y bares de vinos, además de encantadoras librerías de segunda mano, como la Librairie Lacoste, en la que sentirás las ganas de entrar a curiosear.

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7. Avignon

Avignon, la antigua capital de los Papas, es de esas ciudades de Francia que sorprende por su centro histórico fortificado, además de por sus cafeterías y su famoso festival de verano. A pesar de este marcado pasado religioso, diremos que el casco antiguo no parece católico, sino más bien sacado de Las mil y una noches. Las antiguas murallas datan de los siglos XIV y XV y en su interior uno encuentra un oasis de calma en sus plazas bordeadas de árboles y viejas norias. Quizá, lo más sorprendente sea la escena cafetera de la ciudad: en Avignon, el flat white de leche de avena (algo así como el santo grial en Francia) está en todas partes. Prueba Le Saint Chocolat para degustar el mejor. El tip de experto es preparar tu visita para el mes de julio, cuando se celebra el Festival d'Avignon dedicado a las artes escénicas.

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