1. Nantes, la ciudad de Julio Verne
Nantes es una ciudad con una historia apasionante cuyo esplendor se remonta hasta el siglo XI. Durante la Edad Media, fue el dominio de los duques de Bretaña, así como de los duques de Anjou y de la Casa de Plantagenet, que durante más de dos siglos reinó en Inglaterra y Francia, protagonizó la Guerra de los Cien Años y dio figuras históricas como Ricardo III Corazón de León. Nantes es, por tanto, cuna del mejor arte medieval y la puerta hacia un territorio repleto de castillos –que, no en vano, son los mejor conservados y estilizados de toda Europa–. Pero, a la vez, Nantes es la cuna de Julio Verne y, además, una ciudad moderna y vibrante ideal para una escapada o unas cortas vacaciones, pues no sólo ofrece calles milenarias y murallas originales, sino también todos los atractivos de su rica gastronomía, sus vinos, sus museos y su artesanía, que puede admirarse en una activa red de tiendas.
Si queréis disfrutarla al máximo, podéis hacer un recorrido guiado por Nantes para admirar calles con encanto, interiores asombrosos como el del Passage Pommeraye, degustar crêpes en lugares tan emblemáticos como Ker Breizh, ver museos y monumentos emblemáticos como el de la Imprenta o el Memorial de la Abolición de la Esclavitud, e incluso hacer una visita al pueblo cercano de Trentmoult, un enclave pesquero en el que parece que se haya detenido el tiempo. Además, no os podéis perder la visita a Les Machines de l’Île, con asombrosas bestias mecánicas inspiradas en el imaginario de Julio Verne y Leonardo da Vinci.