10 experiencias enogastronómicas para comerse Cataluña

Si queréis entrar en un territorio de secretos enogastronómicos entre platos deliciosos, copas de vino y paisajes con sabor, desde el Delta de l’Ebre a los Pirineus de Cataluña encontraréis propuestas que vinculan vinos, gastronomía y cultura. ¡Catadlos!
Sant Carles de la Ràpita | Agència Catalana de Turisme
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Time Out en colaboración con Agència Catalana de Turisme
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Una buena mesa es una alegría para el paladar y, también, la mejor forma de entender las particularidades de un territorio donde se fusionan el Mediterráneo, un huerto privilegiado, tierras de viñedos y una materia prima de gran calidad. Y es que en Cataluña, la dieta mediterránea se saborea con gusto desde tiempos remotos, haciendo sus herencias de la cultura clásica, musulmana, judía, indiana…
Los más sibaritas disfrutarán catando vinos desconocidos y a menudo sorprendentes, mientras que los más pequeños se lo pasarán en grande visitando granjas o participando en talleres y actividades. Hay ferias, fiestas populares, cocina de vanguardia y casas de comidas tradicionales, recetas conocidas en todo el mundo y otras sólo al alcance de los paladares más intrépidos. Encontraréis también pequeños productores que todavía trabajan de forma artesanal, montañas de ensueño donde los animales pastan en libertad, cócteles inimaginables en hoteles de diseño, museos, festivales y una cocina de la abuela que podéis degustar en rincones naturales de una enorme belleza que, a menudo, no salen en las guías. Una Cataluña que siempre apetece
¿Aún no tenéis planes para el fin de semana o el verano? Tomad nota, gourmets, porque os damos 10 ideas que os enamorarán!

1. Catas de feria en feria

El producto de proximidad, que tanto nos gusta, está estrechamente atado a la gran cultura de ferias y festividades gastronómicas que encontramos en Cataluña y que es necesario descubrir. Son un caballo ganador en todos los aspectos, ya que nos permiten recorrer un pueblo o localidad que no conocíamos, interactuar con los habitantes, degustar productos autóctonos en su mejor momento de maduración y disfrutar de un ambiente festivo y popular.
Da igual cuando consultéis la agenda: seguro que en algún lugar de Cataluña hay una feria que os está llamando por el nombre. De hecho, el verano es un gran momento para recorrer los pueblos catalanes con la gastronomía como eje porque existen todo tipo de ferias. ¿Algunos ejemplos? No terminaríamos nunca, pero desde la Fira de la Mel Novella en Colera (julio), la Fira de l'Ametlla de Vilagrassa (septiembre) o la Fira de l’Ovella en Llavorsí (agosto), entre otros.

2. Cocina de vanguardia al alcance de todos

Cataluña está llena de cocineros conocidos internacionalmente por su creatividad, que año tras año forman parte de los rankings internacionales más prestigiosos. A pesar de que ciudades como Barcelona o Girona cuentan con espacios sorprendentes en los que reina la gastronomía más contemporánea, en cualquier lugar de Cataluña (incluso pueblos remotos y desconocidos), podemos encontrar restaurantes de alta cocina, muchos de ellos premiados por las guías Repsol o Michelin, donde vivir experiencias gastronómicas sublimes.
Porque hay vida más allá de chefs mediáticos como los hermanos Roca, Jordi Cruz o Paco Pérez. Así lo demuestran restaurantes tan fantásticos como Malena, en Gimenells (Lleida), o Els Tinars, en Llagostera (Girona), buenos ejemplos de que la alta gastronomía profundamente arraigada en el territorio se puede encontrar en todas partes.

3. Platos que son todo un símbolo de identidad

Trinxat de la Cerdanya, fricandó, escudella y carne de olla, albóndigas con sepia, miel y requesón, escalivada, pan con tomate y una larga lista. Cualquier momento es bueno para recordar los platos tradicionales de la cocina catalana, ya sea con un punto contemporáneo o con recetas clásicas que nos trasladan a siglos pasados.
Hay mil sitios donde degustar las diferentes formas de la cocina catalana tradicional. Podéis acercaros al imaginario de cocineros como Nandu Jubany o Carles Gaig, que hacen alta cocina con las recetas de toda la vida, o reservar mesa en casas de comida tradicionales presentes en casi todos los pueblos de Cataluña y también en las grandes ciudades. ¿Quién dice no a poner fin a una comida con una buena crema catalana?

4. Alimentos con nombre y apellido

Es difícil decidir entre unas gambas de Palamós, un arroz del Delta o de Pals (hay recetas para todos los gustos) o unas buenas avellanas de Reus con un punto de requesón para una merienda completa y saludable. O en un pollo de Pota Blava del Prat, un guiso de oveja Xisqueta, unas buenas judías blancas de Santa Pau, un salchichón de Vic o una mantequilla artesana: Cataluña es tierra de productos de gran calidad que podéis comer solos o en las más diversas recetas de la mano de cocineros de prestigio internacional.
No podemos hablar de productos de proximidad con Denominació d'Origen Protegida (DOP) e Indicació Geogràfica Protegida (IGP) sin mencionar los calçots de Valls, la pera de Lleida, la manzana de Girona o las sensacionales patatas de Prades, que se pueden reconocer sólo con mirarlas. Los glotones también están de suerte: ¿quién ha dicho que el turrón de Agramunt se come sólo en Navidad?

5. Entre viñedos y copas

Con diez denominaciones de origen vinícolas, la oferta de enoturismo en Cataluña es amplia y ecléctica. Conviven allí desde las grandes bodegas con presencia internacional a pequeños proyectos independientes que tanto recuperan variedades ancestrales como profundizan en los secretos de la viticultura biodinámica. Viñedos que pasan de generación en generación, que se transforman con los años sin perder su esencia, restaurantes escondidos entre campos de uva, cenas, catas, museos, cursos, showcookings... Pensad una actividad relacionada con el mundo del vino y seguro que la encontráis en algún lugar de Cataluña.
¿Algunos ejemplos? Las cenas mágicas en una masía restaurada que ofrece Batlliu de Sort; las comidas entre los viñedos de Albet y Noya (Penedès); las catas en las cavas centenarias de Juvé & Camps, la espectacular visita a Cellers Scala Dei o los paseos entre obras de arte de Mas Blanch y Jové. Una combinación perfecta entre historia, cultura y vino sólo para almas aventureras.

6. Aceites que marcan la diferencia

Probablemente muchos no saben que el aceite es la alegría de la dieta mediterránea por su alto contenido en grasas cardiosaludables, que tiene antioxidantes y vitaminas y que el mejor es siempre el virgen extra. Que el aceite es, en realidad, el zumo de la aceituna, sin más aditivos, y que hay quien daría su reino por el de primera prensada. Con cinco denominaciones de origen de aceites en Cataluña, visitar las almazaras os permitirá viajar en una máquina del tiempo y descubrir molinos perfectamente conservados que conviven con la tecnología más vanguardista.
Hay planes para todos los gustos: la Ruta Cicloturística de l'Olii en la Costa Daurada, las comidas entre los viñedos de los aceites ecológicos Fontclara, en el Empordà, las Cooperatives Modernistes de la Terra Alta... Si podéis, que incluyan catas: ¡son toda una experiencia!

7. Cocina internacional arraigada en el territorio

Como buen territorio portuario, en Cataluña siempre han convivido las más diversas culturas. Esto no sólo se nota en su cocina tradicional, con numerosas referencias a otras tradiciones gastronómicas, sino en la gran cantidad de establecimientos de cocina internacional que encontramos en todo un territorio que acoge también todas las tendencias de moda de las grandes capitales del mundo. Sushi, brunch, pokes, cocina vegana, africana, latina, europea, tacos, pizzas gourmet, coctelería creativa y una amplia gama de cocinas asiáticas se dan cita en todos los rincones de Cataluña.
No olvidéis, además, que el verano es época de markets, de festivales al aire libre donde reinan las food-tracks, la cocina de calle de raíz internacional, la música y las actividades familiares. Hay para todos los gustos, desde La Santa, a Santa Cristina de Aro, o White Summer, en Palamós, además del All Those Food o Palo Alto, en Barcelona, entre otros.

8. ¡Museos con regusto foodie!

Cataluña está llena de museos vinculados a la cultura de la gastronomía y los vinos, que permiten conocer las particularidades de productos íntimamente arraigados en los diferentes territorios. Podéis empezar por el Museu de la Pesca de Palamós (¡incluso disfrutar de una jornada de pesca!), continuar con el Museu de la Xocolata en Barcelona, hacer una parada en el Museu del Vi de la Espluga de Francolí (también hay uno en Vilafranca del Penedès) y terminar en La Granadella, en Lleida, descubriendo el Museu de l'Oli de Catalunya.
Aparte de los museos, numerosos artesanos ofrecen visitas guiadas que os permitirán conocer productos únicos e incluso elaborarlos con vuestras manos. ¿Algunos ejemplos? La Fageda, en Santa Pau (Girona), o la Casa de la Mel de Mel el Remei en Valls (Tarragona).

9. A la búsqueda de setas

Buscar setas es una buena manera de conocer los paisajes, prácticamente fusionándose. Porque más allá de las posibilidades que ofrecen las grandes ciudades a nivel gastronómico y cultural, Cataluña está llena de bosques y montañas ideales para recorrer caminando a la búsqueda de setas. Una vez terminados los deberes, nada mejor que disfrutar de un buen desayuno de tenedor con indiscutible sabor local en cualquier restaurante tradicional.
Aunque el otoño es la época de setas por excelencia, también hay setas de verano. Ir a encontrarlos es una buena excusa para hacer una excursión veraniega, respirar aire puro y encontrar las mejores oronjas, seta de Burdeos, rebozuelos, carboneras y amanitas, que son las principales setas comestibles de la temporada. ¡El Berguedà, el Ripollès o el Montseny son zonas ideales si queréis encontrar los mejores ejemplares!

10. ¡Todos a la cocina!

Cocina para solteros, para familias, tailandesa, sopas, pasteles, paellas, vegetariana, sin gluten, solos, en grupo o en pareja… Cualquier tipo de cocina que os venga a la cabeza la encontraréis en alguna de las numerosas escuelas que hay en toda Catalunya. En Barcelona, La Patente o Mireia Carbó tienen una oferta amplia, mientras que en Girona encontramos, entre otros, el EspaiCuinarSa, ¡pero hay muchas más!
También los mercados municipales cuentan con un buen puñado de talleres y actividades, desde cocina de reaprovechamiento a cocina para jóvenes. Además, conocer los mercados de las diferentes localidades siempre es una experiencia: caminar entre productos deliciosos y tomar un buen desayuno festivo disfrutando de la efervescencia de estos espacios siempre llenos de vida. El Mercat Central de Tarragona o el de la Boqueria, en Barcelona, son dos de los más activos.

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