Dicen que el barrio de Versalles es como un pequeño pueblo dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Y algo de eso hay. Este rincón del oeste porteño tiene un aire tan tranquilo y familiar, que cuesta creer que se encuentre a solo pocos minutos del centro. Calles anchas, casas bajas, árboles y parques por doquier y un ritmo que invita a caminar sin prisas.
Versalles es un barrio que combina lo mejor de ambos mundos: la tranquilidad y el encanto de un pueblo, con la cercanía y las facilidades de la gran ciudad. Es uno de los más pequeños de la Capital, pero no por eso menos relevante: cuenta con una rica historia cultural, paseos y monumentos, numerosos espacios verdes, tiendas gourmet, barcitos y restaurantes para todos los gustos. Te contamos cuáles son los imperdibles.
Versalles, un barrio conectado y en auge
Aunque conserva su esencia calma, Versalles está en pleno crecimiento. Nuevos edificios conviven con casas bajas, aportando un aire de renovación sin perder su identidad. Reductos gastronómicos cool y tiendas de comestibles y confiterías como las de antaño, se hermanan para darle un aspecto muy original a este barrio.
También está muy bien conectado. Su ubicación estratégica, cerca del barrio porteño de Devoto y con accesos rápidos, gracias a la autopista Perito Moreno y Av. General Paz, lo convierte en un lugar atractivo para visitar desde todos los rincones de la ciudad.
Un barrio porteño de película
Uno de los primeros puntos por lo que este barrio es famoso es por ser un escenario icónico del cine argentino. ¿Quién no recuerda la famosa película argentina “Esperando la carroza”? La casa de Mamá Cora se encuentra en Echenagucía 1232, y las visitas a esta locación son un clásico para los fanáticos del filme. Además, la esquina de Nogoyá y Gallardo, en donde funcionaba el Café Buenos Aires, fue escenario de “El Hijo de la Novia”, de Juan José Campanella.
Recientemente, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró de interés cultural las actividades del "Tour Carrocero". Se trata de una visita guiada y a la gorra, que reúne a seguidores de la película “Esperando la carroza”. Podés chequear su cuenta de Instagram para conocer las fechas de los tours.
Un frigorífico de leyenda
Hay lugares que se convierten en puntos obligados en un barrio, en íconos, ya que son parte de su identidad, de su ADN, del día a día de sus vecinos y, también, una ineludible atracción para los foráneos. Roncesvalles, ubicado en Santo Tomé 6001, es uno de esos lugares que dejan huella en este barrio.
Llevan más de 40 años haciendo fiambres artesanales. Jamón cocido sin harinas, porchettas rellenas con naranja y hasta un jamón crudo que parece sacado de un cuento. Lo mejor es que no es solo un frigorífico: tienen una rotisería y un local que es parada obligatoria si estás por la zona. ¿La recomendación? Los sándwiches de miga son de otro nivel. En esta lista encontrarás otros imperdibles.
Un paseo, una plaza y una heladería
El Paseo Versalles - Barragán y Lascano - es como el alma verde del barrio, un corredor arbolado que invita a caminar o matear sin apuro. Y si hablamos de espacios verdes, la Plaza Ciudad de Banff es el punto de encuentro de las familias, ya que los más chicos pueden disfrutar del parque de juegos con su mangrullo en forma de castillo.
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Otros puntos destacados incluyen la Glorieta de Versalles, ubicada donde alguna vez estuvo el Mercado Municipal (Arregui y Porcel de Peralta) hoy transformada en un espacio cultural. Aquí, los vecinos se reúnen para actividades como baile, música y talleres. También se pueden encontrar murales dedicados a Vélez Sarsfield, reflejando la pasión futbolera de este barrio cercano al estadio del club.
Alrededor de la plaza hay cafeterías, restaurantes y la Heladería Sandro (Arregui 6101) un clásico de clásicos, con más de 50 años de historia, que no falla. Ideal para cerrar el paseo con algo dulce.
Algunos imperdibles del barrio porteño de Versalles
En Versalles también está Las Cosas del Tío (Arregui 6297), una tienda que tiene de todo: librería, kiosco, juguetes, regalería. Están desde 1992 y son de esas tiendas que los vecinos aman. Si te das una vuelta por el barrio no dejes de pasar, seguro encontrás algo para llevarte.
Hay un café tradicional, como los de antes, El Café Olimpo (Irigoyen 1491) de 1950, en el que conviven dos mundos que fascinan a locales y visitantes por igual. El cafecito de barrio que siempre cumple, por un lado, y Holy Just Burgers, por el otro. Ahí mismo, donde sirven el café con tostado de toda la vida, funciona también esta hamburguesería experta en smash burgers que atrae a público de todas las edades.
Para los que buscan una parrilla clásica, pero de las que son para hacerse la comilona del siglo. Hay una que convoca a lo grande: El Parrillón de Versalles (Ruiz de los Llenos 1410) se destaca por sus carnes asadas y postres grandilocuentes.
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Si el día está lindo, nada como una buena pizza en la vereda ¿verdad? En eso se especializan en La Veredita Porteña ubicada en Alcaraz 6100, una esquina icónica del barrio que ofrece pizzas a la piedra, fainá y unos sándwiches de provoleta, que se hicieron tan famosos que atraen visitantes de otros barrios. También, los vecinos se sientan en una mesita al sol, para tomar un café con un tostado en figazza árabe que la rompe.
Si bien en este pequeño barrio las cafeterías abundan, hay una muy especial: Acacia Negra en Nogoya 600. Sus dueñas la llaman “el café de las abuelas” porque dos de ellas fueron las fundadoras de este proyecto familiar que hoy tiene presencia en tres locales. En Versalles, seducen a los visitantes con una esquina en tonos pasteles, un café especial y tortas de elaboración propia que no se pueden dejar de conocer.
Por qué visitar Versalles
Porque es un barrio que mezcla tradición con toques modernos, sabores increíbles y una paz que se siente en cada esquina. Ya sea para probar un jamón artesanal en Roncesvalles o una hamburguesa en Café Olimpo o simplemente caminar por sus calles y disfrutar de su onda relajada, Versalles es un plan para descubrir un rincón distinto de la ciudad.