Abandonar la Capital Federal, tomar la ruta 3 y 350 km después, estar en medio de la sierra, ya es motivo suficiente para hacer una escapada a Tandil. El aire ya se siente diferente: el clima es más seco en la ciudad más elevada de la provincia de Buenos Aires. ¿Por dónde empezar? Te contamos qué hacer en Tandil para exprimir la visita al máximo.
Caminamos sobre sierras de 2.500 millones de años, tierra sembrada de historias, de las reales y de las inventadas, que se plasmaron en leyendas populares. Tandil nació como un Fuerte –el Fuerte Independencia– en 1823, para servir de bastión contra los malones indios.
¿Por qué contar tanta historia? Porque así vemos la ciudad con otros filtros. Entender que sus adoquinados –y los nuestros, en Ciudad de Buenos Aires– salieron de las generosas canteras de las sierras y del oficio de los picapedreros, inmigrantes españoles, italianos y yugoslavos. Comprender que esta inmigración, junto con los vascos y daneses que se instalaron en Tandil, resultó en los sabores únicos de la gastronomía local.
Tandil se hizo famosa por el salame y el tenis -es la única ciudad del mundo que tuvo a dos tenistas en el top 10 al mismo tiempo, Pico Mónaco y Juan Martín Del Potro-, pero es tan multifacética su identidad como las historias de su gente. Aquí, algunos lugares para conocer, y si el acompañante es un guía local, mucho mejor.
1. Conocer la piedra movediza
Esta emblemática piedra presente en la bandera tandilense osciló durante siglos en el borde de un cerro. La leyenda cuenta que la mole de granito refleja la agonía de Mini, esposa del cruel cacique Tandil. Enterado de que ella conspiraba en su contra, mandó a atarla a la roca y a apedrearla hasta morir. Mini le lanzó entonces una maldición: “Mi muerte conmoverá a la montaña y tus ojos verán mi corazón latiendo en esta piedra”. “Tandil”, de hecho, significa “piedra que late” en lengua mapuche.
Misteriosamente, en 1912, la piedra movediza cayó y se partió. Nadie sabe qué sucedió. En su lugar, desde 2007, existe una réplica que puede visitarse gracias a una senda de escalones de granito. Desde la cima, pueden verse los fragmentos de la famosa piedra original.
2. Subir al Cerro El Centinela
Ideal para ir en familia, en este cerro donde conviven naturaleza y leyendas, se puede disfrutar del paisaje desde la aerosilla, hacer cabalgatas, trekking, rappel y tirolesa. En la cima, se encuentra la imponente piedra del Centinela y, muy cerca, el parador que lleva el mismo nombre, donde además de comer unas deliciosas cazuelas y pasteles al horno de leña, podés conocer la romántica leyenda del lugar. No te adelantamos más nada: tenés que ir.
3. Recorrer el dique del Fuerte
Este lago es el corazón de la ciudad, donde se concentra gran parte de la vida de los tandilenses. Es el spot que eligen para salir a correr, hacer un picnic, relajarse entre amigos, y realizar actividades como remo o kayak. Nuestra recomendación es darle la vuelta caminando o en bicicleta (son 3 km). Si es verano, muy cerca de allí está el Balneario del Sol, un complejo municipal de piletas con toboganes de agua, y el Parque de los niños.
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4. Admirar la ciudad desde el Parque Independencia
Subir al mirador del Parque Independencia de día o de noche, es otra actividad imperdible. Un gran arco de granito ofrecido por la colectividad italiana invita a ascender el cerro por un camino asfaltado. En la cima se encuentra el Castillo Morisco, que nos regala las mejores vistas de la ciudad y de sus sierras.
5. Subir el Monte Calvario
En Semana Santa, el turismo de Tandil explota y uno de los eventos locales más concurridos es el Vía Crucis en el Monte Calvario. Una escalinata de piedra de 195 peldaños lleva a la imponente cruz en la cima, obra dirigida por el ingeniero Alejandro Bustillo. De día y de noche, con antorchas, suben los peregrinos en un recorrido en medio del bosque, entre estatuas de piedra de escala real.
¿Dónde comer en Tandil?
Imposible partir sin probar el salame de Tandil y el queso banquete, una especialidad del lugar. Época de quesos es una de las casas de picadas más famosas, donde es posible sentarse a comer o comprar para llevar. Esta casona fue posta de carretas y pulpería en la antigüedad, así que el lugar tiene un encanto especial.
Si lo tuyo es la cocina gourmet, una estrella local es Basilico, restaurante italiano que se impuso en una ronda clasificatoria durante el último Mercado Gastronómico de Tandil y competirá en el Torneo Federal de Chefs 2025, en Buenos Aires. Otra joya es Tierra de Azafranes, famosa por su paella y sus risottos. Una opción ideal para celíacos, porque el 80% de la carta es libre de gluten.
Para una salida relajada, Calabaza y Tandilia combinan cocina tradicional con cervezas artesanales de su propia fábrica. Y si buscás algo icónico, las empanadas de Al Ver Verás son tan famosas que los jóvenes tandilenses que estudian en Buenos Aires las piden de regalo a sus familias cuando los visitan.
Si de beber bien se trata, considerá hacer una visita y degustación de la bodega local, Cordón Blanco. O coronar la noche en uno de los tantos bares en pleno centro, con un cóctel con gin de la Destilería Campo.
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¿Dónde dormir en Tandil?
La ciudad tiene un menú amplio de hospedajes, más cerca del centro o enclavados en las sierras, para una escapada romántica o para una salida familiar. Algunas de las mejor calificadas son:
- Cabañas Colinas Serranas,
- Mulen Hotel Tandil,
- Hostería & Spa La Cascada,
- Amaike Hotel Golf & Spa y
- Posada La Protegida.
También, existen hostels y campings.
Tandil vive en constante renovación. Muta, evoluciona, late como su piedra. Ofrece un combo sublime de tranquilidad, naturaleza, buena comida y anfitriones emprendedores como sus antepasados inmigrantes, y amables por sobre todas las cosas. Sin dudas, una ciudad para redescubrir una y otra vez.