No es oficialmente un barrio más de la Ciudad de Buenos Aires, pero es una zona con identidad y ritmo propio. Un corredor con veredas anchas y un parque lineal que se extiende sobre las calles Donado y Holmberg, en Villa Urquiza, y que no para de crecer. Un rincón porteño que dejó atrás su pasado de baldíos y casas tomadas por modernos complejos residenciales de cuatro pisos que conviven con un polo comercial bien dinámico, y que en pocas cuadras concentra restaurantes, tiendas de diseño, despachos de arte, librerías boutique, cafeterías de especialidad, cervecerías, talleres de cerámica y bares de vino.
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Muchos de los que eligieron esta nueva zona para vivir, dicen que caminar por el DoHo (apócope de Donado-Holmberg) es como “estar de vacaciones”; con esa vibra relajada que se respira cuando uno pasea por el centro de algún balneario bonaerense de moda. Sin prisa ni agendas, pero con mucho movimiento, murales en las paredes, mesas que copan las veredas, música y una identidad descontracturada de los vecinos, que le da esa onda distendida y urbana. ¿Querés conocer más rincones de la ciudad? ¡Seguí a Visit Bue!

La cicatriz que dio origen al DoHo
No siempre esta zona fue un polo comercial vibrante. Mucho menos un mapa foodie con propuestas de todo tipo. Para los curiosos y entusiastas de la historia, hay que retroceder en el tiempo, hasta 1977, para entender cómo se gestó el fenómeno. Ese año, con el propósito de construir la Autopista AU3, que atravesaría la ciudad de norte a sur, se expropiaron terrenos, viviendas y edificios enteros en una franja que afectó zonas residenciales de Colegiales, Coghlan y, sobre todo, Villa Urquiza y Villa Ortúzar, entre otras áreas aledañas.
Pero la obra jamás se realizó, y como resultado, toda esa franja quedó deteriorada. Los vecinos la llamaron “la cicatriz”, una herida que se fue abriendo cada vez más junto con un proceso de desintegración barrial y social que perduró por muchos años. Recién en 1999, y con el impulso de la Ley 324 de la Ciudad, comenzó a delinearse el denominado Barrio Parque Donado Holmberg, con el objetivo de recuperar el tejido urbano y transformarlo en una moderna zona residencial.

Hoy, en las 13 manzanas que corren entre las calles Donado y Holmberg ya casi no hay signos de aquella cicatriz, que fue reparada con nuevos emprendimientos de baja altura y vistas abiertas -construidos a partir de 2009- en un entorno de amplias veredas y con grandes espacios comerciales en sus basamentos que dieron vida a este nuevo polo cultural y gastronómico en ascenso.
Street food con pinchos gourmet y cerveza
La última inauguración del DoHo fue PIBÄ (Donado 1877) que abrió hace muy poco su nuevo local de 100 m2 en lo que podría decirse que es el epicentro de la zona. Se trata de una propuesta de comida al paso premium, cerveza y mucha onda, que ya tiene varias sucursales en la Ciudad de Buenos Aires. Más allá de los clásicos pinchos de carne, pollo y cerdo, siempre tienen novedades en la carta, por eso es que recomendar uno se hace difícil. El pincho de lomo es un hitazo, viene con champiñones, cebollas caramelizadas y una mayonesa de chimichurri. El de bondiola es un clásico y se vende un montón también, acompañado de una salsa barbacoa casera. También hay pinchos de molleja, de langostino, de alcaucil o de pulpo español, una de las estrellas del menú que grafica lo que es PIBÄ. Todo en un ambiente descontracturado y listo para comer con la mano.
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Para ubicar al que llega por primera vez al DoHo, vale mencionar que en el caso de Donado, la movida se despliega entre Echeverría, donde está la Plaza Zapiola -con arboleda añosa, sector de juegos y una de las pocas plazas porteñas que aún no tiene el perímetro enrejado- y La Pampa (donde arranca Villa Ortúzar), mientras que en Holmberg las propuestas van desde la avenida Monroe hasta Sucre.

Baos y bowls con estilo japonés
Uno de los recomendados, sin dudas, está en Holmberg 2248. Detrás de Enso, el restaurante de comida japonesa, simple y hogareña, está el cocinero Pablo “Jota” Nohara, que abrió este lugar con la intención de volver a los inicios. “Tenía ganas de hacer algo bien japonés, pero que no sea solo sushi”, dice Jota a Time Out.
“Comida al paso, todo servido en bowls y con recetas de la familia. Quería salir de Palermo y venía buscando un lugar cómodo, con vereda ancha, en una zona accesible, pero con movimiento. Cuando encontré este espacio, me enamoré, y la zona está cada vez más linda”, afirma. En Enso, la cocina está a la vista, los cuadros colgados en las paredes son, en su mayoría, dibujos de las hijas del chef. Trabajan de martes a domingos, por orden de llegada y sin reservas. ¡Ah! El ramen es excelente.

Si hay ganas de comer sushi, entonces hay que caminar unos metros hasta la esquina de Holmberg y Blanco Encalada, donde está SushiClub, que comenzó con servicio de delivery y take away y, gracias a la buena respuesta del barrio, incorporó mesas en el salón, ambientado con luz tenue y mesitas pegadas a las ventanas.

Artesanías, talleres de cerámica y mucho diseño
El mapa del DoHo no es solo para los foodies. Hay casas de indumentaria, objetos de diseño, talleres de cerámica, juguetes artesanales y despachos de arte, como Oni, un espacio creativo, en Donado 1965, con talleres de dibujo, pintura y técnicas mixtas.
También, sobre Echeverría 4266, justo a la vuelta y en una de las transversales con más movimiento está Tienda Lechuga, que abrió en plena pandemia. Tienda Lechuga, confiesa su dueña, “está llena de tesoros”. Todos los objetos a la venta son especiales, pensados y trabajados a mano, con conciencia, a pequeña escala y hechos por artistas de todas partes del país. Hay juguetes, libros, juegos de mesa y mucha cerámica.

A pasos de esta tienda, en Echeverría 4230, Marianela Rosselli abrió hace seis años Soles de Abril. Cuando llegó, el terreno de la venta de objetos y talleres de cerámica no estaba explorado. “No había competencia”, cuenta Rosselli, quien hoy comparte temática con varias propuestas en la zona. “Empezamos a dar clases de cerámica y pintura y se anotaba cada vez más gente. El año pasado terminamos con 130 alumnos entre chicos y grandes, a partir de los 6 años y sin límite de edad”, resalta. La mayoría de los productos a la venta, suma Rosselli, están hechos en el taller, sobre las mesas de trabajo que ven desde la vidriera y llaman la atención de los que pasean por allí.

Dónde tomar un rico café en el DoHo
Con más de una docena de propuestas, el de las cafeterías de especialidad es uno de los rubros mejor representados en el DoHo. Están por todas partes, y cada vez llegan más. Cigaló, en Holmberg 2004, siempre se ocupan de que el café llegue a la mesa en su temperatura ideal, y el local en esquina que tiene la firma es ideal para sentarse a desayunar, sobre todo en esta época del año, en esas mañanas otoñales y soleadas. La cadena Le Blé, en Sucre 4300, es otro de los clásicos, y pioneros de la zona. Enfrente, Café Urbano, en Donado 1901, con mesas con sombrillas bien separadas y entre los árboles de la cuadra. Los fines de semana se llena de gente, y es ideal para tomar café, o comer algo.
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Uno de los imperdibles, y que hace poco fue elegida entre las 100 mejores cafeterías del mundo, es Ninina, con su local en Holmberg 2464. “Quizá al local de Palermo va más gente que está de paso, pero acá tenemos mucha clientela fidelizada, y creo que el entorno verde y tranquilo es un gran punto a favor”, señala Emmanuel Paglayan, dueño y anfitrión de la marca, que bautizó con el apodo de su abuela, porque así la llamaba cuando él era chico. En este local de Villa Urquiza también funciona el tostador propio; unos 700 kilos de café por mes que tuestan para abastecer no solo a sus locales sino también al público.

Vecindario joven y emprendedores contemporáneos
Mucha gente joven pobló el DoHo. La mayoría coincide en ese punto, y muchos de los emprendedores del nuevo polo comparten un mismo perfil. Donde hay público con ganas de salir y divertirse, nunca faltan los bares y las opciones para sentarse alrededor de una mesa. Construido en una casa antigua reciclada, El Bohemio, en Donado 1802, es otro de los pioneros. Comida de bodegón en una estratégica esquina.
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También, y muy concurrido siempre, llegó al barrio Ache de Lugo, en Donado 1898. Algunas cuadras más adelante y algún tiempo después, se instaló Faizán en Donado 1700, un bar de vinos y tapas ya casi en el límite con Villa Ortúzar, y cuyo lema dice: “Unos vinitos, una esquina, una familia”.

Aunque en el documento de identidad figura como Barrio Parque Donado-Holmberg, todos ya lo conocen como DoHo, quizá uno de los circuitos que crece con más dinamismo y sin pretensiones. Vale la pena darse una vuelta, caminar por sus veredas anchas, tomar algo o llevar la compu y sentarse en uno de sus cafés. Sin prisa ni apuro, y con clima de barrio.