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Hace 10 años, Tomás Kalika - por ese entonces, un talento emergente dentro del mundillo gastronómico local - se aventuró a montar un restaurante para resignificar la cocina de sus raíces, de los inmigrantes judíos, pero con un twist para acercarla al fine dining.
Eligió montar su espacio en un local en Palermo Botánico, en donde funcionaba una sucursal de la confitería Nucha y lo llamó Mishiguene - que significa “loco” en idish-. Tomás, quien venía de cerrar un restaurante en Palermo Hollywood, barajó y apostó de nuevo - como un auténtico “mishiguene”, ¿tal vez? - pero, se animó: con muchas dudas seguramente, pero también con la certeza de saber que estaba aportando (gran) valor con su propuesta.
Y no se equivocó...
Desde aquella apertura en octubre de 2014, ha pasado una década, varias crisis económicas, la pandemia, diversas modas y tendencias y, sin embargo, Mishiguene permanece estoico. El hub de Kalika, incluso, se ha consagrado como un clásico del circuito gastronómico porteño, mérito nada fácil de lograr en un país tan volátil y a la vez tan competitivo, como la Argentina.
Ni hablar que, en todo este tiempo, Mishiguene y Kalika, han logrado atraer la atención de los más exigentes críticos y de prestigiosos galardones internacionales, como por ejemplo, ser parte de los 50 mejores restaurantes de América latina y en 2019, Tomás fue distinguido como "Chef del Año" en Latinoamérica con el Chef 's Choice Award. En 2022, Mishiguene fue incluido en la lista de los mejores 100 restaurantes del mundo, según The Worlds 50 Best, y un año después, en 2023 fue distinguido por la Guía Michelin. ¿Qué tul?
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Para Kalika, quien se animó a agrandar la familia, dándole un hermanito a su flagship store, con un local más informal para comer durante el día, como lo es Café Mishiguene (Cabello 3181), la clave del éxito de su restaurante “es producto del trabajo del súper talentoso equipo que tiene Mishiguene, desde hace ya 10 años”, nos cuenta. Asimismo, se jacta de tener un staff consolidado, con incluso empleados que lo acompañan desde el inicio. Sin duda, otro gran logro para el chef argentino, quien ha pasado gran parte de su vida en Israel.
Como si fuera poco, este paraíso gastronómico de la cocina judía suele estar a sala llena todos los días. ¿Lo más gratificante? En un contexto económico tan adverso como el actual, por el cual la mayoría de los restaurantes porteños suelen estar copado por turistas, Mishiguene sigue recibiendo un alto caudal de comensales locales que lo eligen para disfrutar de una experiencia epicúrea sin igual.
Los imperdibles de la carta, según Tomás Kalika
Si aún no te diste el gusto de experimentar la propuesta de Mishiguene, además de decirte que tenés que hacerlo (para ayer), también le preguntamos a Tomás cuales son para él, los must de la carta. Acá te van:
“Sin lugar a dudas hay que comenzar con el mezze completo”, advierte el chef, haciendo referencia a pequeños platos con preparaciones típicas de la cocina judía, ideales para compartir. ¿Nuestros favoritos? El hummus y el baba ganoush, dos clásicos que aquí dominan a la perfección. Y de los “menos conocidos”, el muhammara - puré de pimientos asados, nueces y migas de pan - y el labneh - yogurt, queso de cabra, tomate cherry ahumado, ajo confitado, panko con anchoas y aceite de oliva.
De plato principal, Kalika recomienda ir por el emblema de Mishiguene, “el pastrón con hueso”, que se sirve con risotto de farfalaj trufado, demiglace, hojas de apio y puerro frito. Los veggies (y lo no, también) no querrán irse sin probar la bureka de papa y trufa, que es una locura.
Y como siempre hay lugar para el postre, Tomás sugiere optar por el malabi - cuajada de leche con frutas, masa kadaif y vinagre de la casa-. Aunque a nosotros también nos encantó la tarta de chocolate y tahina, otro must.
¿Qué proyectos se vienen?
“Estamos trabajando en la apertura de nuevas propuestas en la Ciudad de Buenos Aires, las cuales nos llenan de ilusión”, nos adelanta Tomás, quien hace referencia a la pronta apertura de otro Café Mishiguene, más una panadería y una heladería, ambas con el sello de la marca.
Como si fuese poco, este inquieto chef y entrepreneur, planea ampliarse con una rotisería y hasta una taquería - Kalika es cofundador de un restaurante en CDMX, El Porteño, y suele viajar seguido hacia el país azteca, del cual confiesa que se ha enamorado-.
Para cerrar, creemos que “definir a Mishiguene, es limitarlo” (haciendo una reversión de la frase del actor Chino Darín) Así que, vale la pena darse el lujo de vivir la experiencia gastronómica que propone este icónico restaurante porteño comandado por Tomás Kalika. Vayan, prueben y nos dicen.
Dónde: Lafinur 3368, Palermo. Reservas, aquí.