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La típica escapadita a Misiones suele ser de tres días: uno para recorrer el Parque Nacional Iguazú, otro para cruzar al lado brasilero y un tercero, para aprovechar el hotel, comer rico y, por qué no, pasar por el Free Shop de Puerto Iguazú en busca de regalos para los que se quedaron en casa. Pero dejanos contarte que, si te quedás solo con eso, te estás perdiendo de un montón.
Sí, es cierto: las Cataratas del Iguazú son majestuosas, impresionantes, verlas te hace sentir un granito de arena en una playa inmensa, tan solo una mínima estrellita en una inmensa galaxia. Sí, te recuerdan que la naturaleza es poderosa y generosa. Pero en Puerto Iguazú hay más atracciones imperdibles, experiencias que te van a hacer conectar más con la selva misionera.
¿Sabías que podés hacer paseos guiados por la selva, aprendiendo sobre su flora y fauna? ¿Que podés conocer cataratas en miniatura escondidas, y hasta bañarte debajo de una? Todo esto y más, vas a aprender en esta nota. Y te advertimos: te vas a tentar a un viajecito. Lee bajo tu propio riesgo.
Conocer Yabuticaba - Mercadito de la Selva
Este flamante punto gastronómico te va a hacer acordar al Mercado San Miguel en Madrid, en el mejor sentido posible. Podés comprar productos regionales especiales que no conseguís en todos lados (¿quién no se tienta con una mermelada de mamón y maracuyá?), elegir una yerba orgánica de entre más de 20 opciones de pequeña producción, probar el vino que más te tiente de la bodega y hasta tomar un helado de yerba mate. Además, hay una cervecería muy bien stockeada, una cafetería de especialidad, una chocolatería y varios restaurantes de distintos niveles de topetitud, o sea que podés elegir desde una hamburguesa poderosa hasta un pacú a la chapa con chips de mandioca y puré de choclo. Ambas opciones son un 10.
Y la ambientación de Yabuticaba no se queda atrás. Imaginate un puente colgante que te lleva de un restaurant a otro entre vegetación selvática. Luz tenue y muy estratégica. Aroma a cosas ricas y a verde. El sonido: música suave, charlas, risas y el correr del agua de la fuente (¿o catarata?) que decora la entrada. Por eso, incluso si elegís no comer ahí ni comprás nada en el mercadito, Yabuticaba es un buen paseo.
Viajar en el tiempo en Puerto Bemberg
La Reserva Natural Puerto Bemberg es hoy un paraíso de 400 hectáreas que podés conocer. Pero no hace demasiado tiempo que ese mismo espacio albergó una comunidad próspera, rica en cultura y tradiciones, que giraba en torno a la cosecha del “oro verde”, como se le decía a la yerba mate, en las plantaciones de la familia Bemberg.
Hoy, los descendientes de esta familia tradicional no solo ofrecen dos hermosos alojamientos, la Posada Puerto Bemberg y la Casa Bemberg, sino también actividades que te transportan al pasado y te conectan con el espacio. La caminata histórica te lleva a recorrer el casco histórico de la zona, y te sitúa entre los trabajadores que pasaban sus domingos escuchando la misa en la pequeña capilla con su campana dorada, tan brillante que parecía de oro en lugar de bronce. Como ellos, vas a donde era el mercado, convenientemente situado frente al banco. Ves la escuela, la plaza y el correo, e imaginás cómo se sentirá esperar durante meses una carta. Entonces, dejás el teléfono de lado y te conectás con tu lado paciente, más en armonía con el ritmo del lugar.
Pero la actividad El mate de los Jesuitas te lleva incluso, más atrás en el tiempo. Desde un deck en altura que roza las copas de los árboles, y con la mágica puesta de sol sobre el río Paraná, conocés la historia de los monjes que habitaban la zona, su relación con los nativos y su descubrimiento del mate cocido. Pero no lo tomaban como nosotros, en saquitos: lo preparaban a leña, endulzado con caramelo. Una delicia perfecta para una merienda de la que no te olvidás más.
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Acampar a puro lujo en Pristine
Cuando comer mbeyú calentito junto a un fogón es más lujoso que cenar en un restaurant à la carte, éso es Pristine. Quizás ya conocías los famosos eco domos en las Salinas Grandes en Jujuy, en los que dormís en perfecta conexión con la naturaleza, bajo las estrellas y sobre la sal. Ahora, Pristine está también en Iguazú, ubicado en la Reserva Puerto Bemberg. Las cabañas están en perfecta armonía con la selva misionera: desde el confort de tu tina, camastro o jacuzzi al aire libre participás del ecosistema, y te sentís parte de algo grande. Sonidos nuevos, sabores nuevos y también la adrenalina de la aventura te invitan a conectar con lo natural, porque desde tu cabaña no ves otras personas: solo selva.
Las actividades que ofrecen te ayudan a conectar con el ambiente. Podés hacer una caminata guiada por la selva, aprendiendo sobre la flora y fauna del lugar, hasta llegar a un oasis mágico: un salto de agua que desemboca en una laguna que invita a nadar, antes de probar una colación gourmet en un “campamento” propiamente dicho, pero con todo lo necesario para relajar el cuerpo y deleitar los ojos.
También, podés pasar la tarde junto al fogón disfrutando de unos mates o de una copa de vino, podés aprender a hacer chipá tradicional, podés ir a puntos estratégicos para aprender sobre las aves de la región, o simplemente disfrutar del ambiente: junto la pile, en los senderos, en el agua.
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Bañarte en el salto Yasy al mejor estilo “La Coca” Sarli
Dicen los que saben que, en 1960, cuando Armando Bo estaba filmando su tercera película junto a Isabel Sarli, querían incluir el paisaje de las famosas cataratas del Parque Nacional Iguazú. Pero como “La Coca” ya había hecho el primer desnudo cinematográfico dos años antes en la misma locación, en la película El trueno entre las hojas, no les permitieron volver a filmar en el lugar.
Pero la historia sigue. Parece que un utilero de la zona convenció a Bo de ir a ver un “saltito” escondido, solo conocido por unos pocos lugareños, en donde podrían filmar con privacidad. Y ahí ocurrió la magia: “La Coca” se animó a bañarse en la catarata pequeña, haciendo historia.
Vos podés hacer lo mismo, vivir una sensación única y llevarte la foto de tu vida, pero antes, mentalizate para la aventura: vas en lancha desde Posada Puerto Bemberg o desde Pristine (ambos alojamientos ofrecen la excursión), caminás unos 500 metros selva adentro siguiendo los pasos de tu guía, y cuando llegás, dejás las zapatillas de lado para meterte en el agua. Está menos fría de lo que parece, lo prometemos.
Tres datos lindos: el primero, que Yasy significa “luna” en guaraní. El segundo, que queda en Puerto Libertad, a solo 25 km del Parque Nacional (o sea que, aunque te hospedes en el centro, no lleva demasiado tiempo hacer la escapada). Y el tercero, que seguro vas a tener el salto solo para vos, porque “es de esos lugares que los que vivimos acá sabemos que existe, pero nunca venimos”, como nos dijo Marcelo, nuestro guía.
Después de tanta aventura, un mimo con yerba mate
Ya te caminaste todo. Ya tus músculos se esforzaron, ya tu piel recibió más sol de lo que está acostumbrada. Ahora, es momento de reponerte de la mejor manera: relajándote en el spa del hotel Iguazú Grand.
Podés empezar tu ratito de placer en el circuito de aguas: desde las termas romanas con hidromasaje a las duchas escocesas, antes de pasar a los saunas seco y húmedo, para terminar en la pileta climatizada. Y podés darte el gusto de hacerte un tratamiento especial que te hidrate y promueva la circulación, como un facial a base de yerba mate, aprovechando además sus propiedades anti inflamatorias y antioxidantes. Un masaje descontracturante te va a devolver a casa renovado. Sea cual sea el tratamiento que elijas, va a tener un beneficio extra: los ingredientes naturales y locales, como la yerba mate y otras hierbas, plantas y semillas que crecen en la selva, que incorporan las esencias curativas del bioma.
Un dato: ya que estás en el Iguazú Grand, no dejes de almorzar o cenar en su restaurant El Jardín, para conocer lo mejor de los sabores locales. Todos los platos están preparados con ingredientes orgánicos y locales (están comprometidos con el principio sustentable “Kilómetro 0”), y reflejan la cultura misionera en cada bocado. Elegí lo que más te tiente de la carta, porque todo es especial y diferente, la mejor manera de conocer la gastronomía de la región en su versión gourmet.
Así que ya sabés: si fuiste a Puerto Iguazú y solo conociste las cataratas, ahora tenés una buena razón para volver. Lo bueno es que ya no es un viaje prohibitivo que se hace una vez en la vida, porque desde que JetSMART vuela hacia Misiones, viajar a la provincia es más accesible y económico. Y algo que es importante tener en cuenta, la escapada a Puerto Iguazú la podés hacer en cualquier momento, aprovechando las oportunidades y promociones a precios súper bajos que JetSMART comunica en sus redes sociales. Así que ya sabés, dos horitas desde Aeroparque, y estás en Iguazú… En la mágica selva. Ah, y para reservas de actividades y traslados, Cuenca del Plata, te resuelve todo.