El estado actual de Tite Barbuzza se asocia a desafíos que la desencasillan. Su esencia, su creatividad y su manera de afrontar trabajos más tienen que ver con la apertura hacia nuevos proyectos, que con la permanencia de lo conocido. Tite nació en Mendoza, estudió diseño gráfico en la UNCuyo - Universidad Nacional de Cuyo - y habitó otros mundos, otras épocas: cuando cumplir sueños eran misiones difíciles y desconocidas. Sin embargo, la curiosidad y su andar aventurero la llevaron por caminos de postas que conserva como joyas.
Vivió en Buenos Aires, Los Ángeles, Barcelona y Mendoza, a donde regresó luego de mucho recorrido. Cree que el diseño, más que una profesión, es una forma de pensar y un punto de vista paralelo que debe resultar funcional y a la vez estético. En la década de los 80, Tite desarrolló tapas de álbumes que ya son parte del inconsciente colectivo y trabajó junto a bandas como Soda Stereo, Enanitos Verdes y David Lebón. Años después, fue diseñadora en el festival de música y arte europeo, Sónar.
Los alcances de su trabajo son numerosos y destacados: para compañías discográficas y agencias de management, para proyectos editoriales y revistas de moda, para vinos y sonidos, Tite ha tenido una imagen para aportar. En esta entrevista, descubrimos un poco más acerca de una artista del diseño que no para.
¿En qué trabajás actualmente?
Recién termino la portada del libro “Aún queda por decir”, autoeditado por el taller de literatura del cual soy miembro y en donde publicaré un cuento. Hace dos años que estoy escribiendo ficción, además de haberlo hecho para blogs sobre diseño. También, estoy planificando la edición de un libro de arte, concretamente de mi hermana Isabel, que es una escultora de amplia trayectoria y tiene un potente cuerpo de trabajo. Esto es todo un gusto y otro desafío.
¿Cuáles considerás que son los hitos más destacados en tu extenso trayecto profesional?
Los fines de los 80 en Buenos Aires fueron, sin duda, una gratísima forma de empezar mi carrera profesional como diseñadora. La Ciudad era fuego y no me daba miedo nada. Convergía mucha gente creativa, decidida al cambio y se daba una sinergia real y hasta mágica. Y digamos que la banda sonora de esa época es con la que colaboré en diversos proyectos, siendo el logo de “Doble Vida” de Soda Stereo -sin ninguna duda-, el más conocido de mis trabajos. Esa fue mi segunda tapa. La primera fue “Habitaciones Extrañas” de Los Enanitos Verdes. También, diseñé “Primera Sangre” de GIT, y tengo muy buenos recuerdos de la portada de Fricción, “Para Terminar”.
"Los fines de los 80 en Buenos Aires fueron, sin duda, una gratísima forma de empezar mi carrera profesional como diseñadora"
En realidad, tengo memorias muy vívidas y queridas de todos mis trabajos. Acabo de clasificar el archivo de toda mi carrera y fue muy bonito encontrarme con tantos proyectos, tantos equipos, gente, exposiciones, conciertos… Todo acabó con la hiperinflación. Me recibí y me fui a Los Angeles por dos años en los que me cambió la vida otra vez. Trabajé en la televisión hispana como productora y guionista. Luego vino un largo viaje, que desembarcó en España. Los 12 años que viví en Barcelona fueron también un hito claro en mi camino. Allí, fui parte del equipo de diseño para Sónar, festival electrónico europeo por excelencia, durante tres ediciones, 1996, 1997 y 1998.
¿Cómo transitaste los avances tecnológicos a lo largo de tu carrera?
El tema editorial y mi interés por los libros me llevó a escribir como co-editora de una sección que trataba de música, videos y gadgets tecnológicos para la revista de diseño, moda y arquitectura, B-Guided. En 1999, edité para Actar, una conocida editorial catalana de arquitectura, fotografía y diseño, el libro BCF, Barcelona Club Flyers, un recorrido visual sobre la comunicación de la llamada “cultura de clubs” en los cuales la electrónica marcaba las nuevas tendencias. Estos fueron los primeros pasos del diseño con computadora personal y programas súper creativos y nuevos. Fue un antes y un después.
Es muy emocionante haber sido parte de esta movida en esa época determinada de Barcelona. También, con un grupo de variadísima gente de distintas partes del mundo atraídos por la pujante Barcelona, quedamos colgados en la ciudad post-olímpica de 1992. Una crisis total después de los juegos olimpícos. No había trabajo, los estudios de diseño achicaban personal, era todo bastante caótico, caldo de cultivo ideal para un underground potente y disruptivo. Durante esa época editamos con un grupo multinacional un fanzine, una revista suicida -como se dieron a llamar en España-, porque su final está cantado. Así y todo publicamos cinco números en los dos años que duró el proyecto. SNACK se llamó, revista multilingüe. Hoy, esas cinco ediciones forman parte de la colección permanente del Museo del Disseny de Barcelona.
Y, tras brillar por el mundo, un día regresó a la provincia que la vio nacer
Tite Barbuzza dice que su vuelta a Mendoza, “otra vez viró todo”. En su provincia natal se enrolló al poco tiempo en un proyecto de viña y vino orgánico, desde cero. A tal punto que la imagen promocional de ese producto, MTB, resultó finalista en la Bienal Iberoamericana de Diseño en España. A la vez, colaboró en propuestas de arte y diseño, como las de ED Contemporáneo y Fundación del Interior. Diseñó la portada de “C/Temp”, un libro de arte contemporáneo mendocino e investigó, coordinó y diseñó el libro “Feria de América”, vanguardia invisible, que documenta un evento inédito en Mendoza en 1954.
Una experiencia entrañable para esta diseñadora sobresaliente es una de 2010, cuando fue convocada por el Centro Cultural de España en Buenos Aires, para construir el concepto y diseño de una campaña de equidad de género y transgénero. “La idea era interpelar al espectador, con la víctima vuelta victimario, en un doble juego retórico”. Para Tite, cada proyecto es un hito y los últimos trabajos de tapas de discos también lo representan: Mavi Díaz y las Folkies o El Gonzo, ambos nominados en la categoría Arte de Portada de los Premios Gardel o Gondwana, entre otros.
¿De dónde proviene tu interés por la música?
Vengo de una familia de melómanos. Uno de mis primeros recuerdos son “Las cuatro estaciones de Vivaldi”, sonando en un departamento antiguo, calculo que tenía 4 o 5 años. Después, ya de más grande, estaban The Beatles conviviendo con Joan Manel Serrat y Elton John. Y un día… llegó mi padre con “El Lado Oscuro de la Luna” de Pink Floyd y, sin dudas, ese fue uno de los mejores momentos de mi vida. Una cosa llevó a la otra, hasta que en mi tesis universitaria elegí trabajar con la imagen de la música.
"Vengo de una familia de melómanos"
¿Y cómo es el proceso de trabajar con artistas de la música?
El proceso es trabajar siempre profundamente sobre las ideas que tiene el artista sobre su obra. Y ahí comienza un trabajo en conjunto para definir estilo/s, referencias, ver lo que sí y también lo que no, eso ayuda a pensar. El resultado tiene que sobresalir por su semántica, entendida como el trascender al significado de los signos y de sus combinaciones. Recuerdo cuando empecé, que aún no existía MTV, haber leído esta frase: “La música ya no solo se escucha, se ve, y hay que hacer que se vea”.