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Santiago Mayorga
Santiago Mayorga

Vinos mendocinos que representan el ADN de sus creadores

La magia del vino es la combinación de elementos naturales, métodos ancestrales y modernos; y la habilidad de cada viticultor.

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En el mundo del vino, cada etiqueta refleja el trabajo y la visión de su creador. En esta nota, hablamos con diez hacedores de vinos de Mendoza que nos cuentan cuáles son sus vinos más representativos, las decisiones que tomaron para crearlos y su perspectiva sobre cada uno. Todo lo que influye en el producto final.

A través de ellos, vas a conocer cómo el terreno, el clima y el enfoque personal se combinan para crear algo único. Esta selección cuenta el vínculo entre la tradición vitivinícola de la provincia y el talento de sus productores. Te invitamos a descubrir qué hace que cada uno de estos vinos sea tan especial.

1. La Cielito, Hileras únicas de Lis Clement

En Finca Feliz el vino La Cielito, Hileras únicas, es un ejemplo de cómo un vino tiene una gran historia que contar. Lis Clement, dueña y winemaker de la finca, eligió este vino para mostrar qué la representa.“La Cielito tiene una historia impresionante: en octubre de 2022, una helada feroz destruyó casi todos los viñedos de la finca, dejando sólo un 5% en pie. Con esa pequeña cosecha y a pesar de las dificultades, creamos un vino que destaca por su pureza y calidad”, nos cuenta su creadora.

El nombre "Hileras Únicas" hace referencia a las únicas hileras de vides que sobrevivieron, y es un símbolo de cómo se puede superar la adversidad. Bonarda y Syrah son los dos varietales que lo componen. Además, Lis Clement también ha transformado su viñedo en uno agroecológico.

Con un perfil interesante, en nariz frutos rojos y negros, en boca la textura de este vino es suave, elegante. La Cielito expresa la resiliencia de Lis, como también su dedicación a hacer vinos auténticos.

2. Niño Libre Rosado 2024 de Álvaro Vilches y Máximo Escopinaro

Álvaro Vilches y Máximo Escopinaro son los hacedores de Niño Libre Rosado 2024, un vino que refleja su estilo y que captura su esencia como winemakers. Hecho con Malbec de un viñedo centenario en Agrelo, Luján de Cuyo, este rosado es una muestra de lo artesanal y lo auténtico. Lo que define a esta dupla es no seguir fórmulas establecidas: producen pequeñas partidas para destacar las características únicas de cada cosecha. Para ellos, esta forma de trabajar es fundamental, ya que permite que cada vino sea una experiencia única.

El rosado 2024 de Vilches y Escopinaro destaca por su perfil sensorial, con notas de guinda, frutilla y cereza, enmarcadas por una acidez natural característica del suelo en donde crecieron las uvas. Desde la concepción hasta la degustación, el vino manifiesta una conexión genuina con los degustadores, confirmando la eficacia de su método y la calidad de su trabajo. La estructura del rosado 2024 muestra una actitud libre y disruptiva.

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3. El Pet Nat de Criolla Grande de Alpamanta de Victoria Brond

La enóloga Victoria Brond ha creado un vino que cuenta su pasión por lo nativo, por mostrar la naturaleza en su estado más puro: el Pet Nat de Criolla Grande de Alpamanta. Este vino es una oda a la uva criolla, una variedad que ha estado adecuándose a la tierra mendocina durante años y que no vas a encontrar en ningún otro lugar del mundo. Según Victoria, “es la posibilidad de mostrar algo nativo que lleva años de adaptación al territorio. Básicamente, es como si hubiera estado esperando a ser descubierto por alguien que apreciara su valor.”

Para la enóloga, lo que hace especial a este vino es su perfil, y buscó crear algo verdaderamente original. “El Pet Nat es una mezcla de simplicidad y pureza”, en palabras de ella. Elaborado sin sulfitos y utilizando un método ancestral, “es un vino que representa una interpretación única y es como beberlo directamente del tanque en plena vendimia. Es una manera de experimentar la uva y el lugar tal como son, sin adornos innecesarios”, nos cuenta Brond.

4. Cadus Criolla Chica de Santiago Mayorga

El Cadus Criolla Chica, creado por Santiago Mayorga, muestra el espíritu de exploración y valentía que caracteriza al winemaker. Desde el año 2017, Santiago trabaja con este varietal cultivado en un parral antiguo en Vista Flores (Tunuyán, Valle de Uco). “La selección de las vides y la experimentación con técnicas de fermentación —tanques de acero inoxidable, barricas y huevos de concreto— han dado como resultado un vino de gran sutileza y elegancia con una textura compleja”, nos cuenta.

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La creación de este vino fue una aventura para Mayorga que no se conformó con lo tradicional, sino que optó por una fermentación fría con escobajo y dejó el vino en huevo de concreto para darle un toque distintivo. Este enfoque deja ver su habilidad para transformar un clásico en un vino fresco y ligero. Cada botella es parte de su estilo.

Además de su atractivo visual, su color rojo cereza simboliza la dedicación a la estética y al equilibrio en la elaboración del vino. “Me siento orgulloso de haber elevado la Criolla Chica a una categoría de calidad superior, y que hoy se lo haya reconocido como uva tinta y que haya obtenido el reconocimiento de Indicaciones Geográficas (IG)”, expresó.

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5. El Imperfecto Malbec de Daniela Pi

Daniela Pi, la joven mendocina y winemaker, comienza contando que: “Mi visión como enóloga está muy bien representada por el vino Imperfecto. Este Malbec, que inicialmente se muestra con la familiaridad y amabilidad de esta uva clásica, luego de unos minutos revela un toque de Cabernet Franc, ofreciendo el factor sorpresa a quienes lo prueban. Este giro es el espejo de cómo me identifico con los vinos que desafían las expectativas, brindando una vuelta de tuerca que mantiene el interés y la curiosidad en cada sorbo”. Daniela, ha logrado transmitir en un vino su fascinación por las “imperfecciones” de la vida.

La monotonía no es parte de su vida y encuentra belleza en lo que se aparta de la perfección.Desde la etiqueta con sílabas intencionalmente mal separadas hasta el pequeño porcentaje de Cabernet Franc que “contamina” el Malbec, todo en este vino celebra las imperfecciones de las que habla.

El proceso creativo detrás de Imperfecto comenzó con una reflexión lúdica sobre las imperfecciones de la vida. El nombre fue elegido como una burla a la propia incapacidad de alcanzar el puntaje perfecto de 100 puntos, y jugando con el concepto matemático de Pi, un número irracional y perfecto en su irregularidad. “Supe que habíamos capturado la esencia deseada cuando, al presentar el vino, la gente comprendió y apreció el mensaje: no se trata de un Malbec perfecto, sino de una celebración de las imperfecciones que, en lugar de restar valor, aportan carácter y autenticidad a cada botella”, concluye Daniela.

6. Ruca Malen Capítulo 2 Corte de Blancas de Agustina Hanna

En la búsqueda constante por capturar la esencia de sus vinos, la enóloga Agustina Hanna demuestra una habilidad notable para infundir su personalidad en cada uno de ellos. Un ejemplo es su conexión con el Ruca Malen Capítulo 2 Corte de Blancas, un vino que encarna la dualidad de su carácter. Este blend combina Sauvignon Blanc y Semillón, dos variedades que muestran la energía y la frescura que Agustina valora en su trabajo.

Desde el viñedo hasta la bodega, este vino demuestra un equilibrio constante entre la intuición y el conocimiento técnico de Agustina. La decisión de cómo elaborarlo, ya sea ajustando la extracción o determinando el uso de barrica, está guiada por una conexión con la planta y el momento de la cosecha. Esta profunda implicación asegura que cada vino sea una extensión de su ser.

La autenticidad de Capítulo 2 Corte de Blancas se manifiesta en todo momento cuando alcanza ese punto ideal que Hanna detecta, y es en ese momento cuando capta la esencia que desea compartir con el mundo.

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7. Raquis Monasterio de Andrés Vignoni

Cuando nombramos la palabra “raquis”, nos referimos a dos cosas: en anatomía, la columna vertebral que sostiene todo nuestro cuerpo, y en botánica, el eje central de una espiga o pluma. Esta idea de soporte y estructura es la que refleja el vino Raquis Monasterio, que lleva la firma de Andrés Vignoni.

“La filosofía que utilizamos en la elaboración de estos vinos es de carácter postmoderno: combina elementos tradicionales con enfoques contemporáneos. Al prescindir de insumos innecesarios y utilizar recursos antiguos y simples, logramos que nuestros vinos adquieran una transparencia excepcional y un sabor profundo. Nuestro objetivo es alcanzar una elegancia distintiva y una riqueza de sabor que los defina”, nos cuenta Vignoni.

Andrés ha pasado la última década trabajando entre Argentina y Europa. Podría decirse que está en un estado constante de "maduración" de vino, transitando de cosecha en cosecha. En este proceso continuo, ha aprendido a observar no solo el mundo exterior, sino también a mirar hacia adentro. Esta introspección le permite refinar pequeños detalles que hacen que cada vino sea único y dinámico.

8. La Chica del Dragón y Descendientes de Viticultores de Montaña de Paula Michelini

Paula Michelini, una de las destacadas hacedoras de vino del momento, siente que cada uno de sus vinos son una manifestación de su visión. Pero ante la pregunta de Time Out sobre cuál es el que mejor los representa, respondió: “La Chica del Dragón y Descendientes de Viticultores de Montaña, transmiten mi naturaleza y con eso me identifico”. Estos vinos se distinguen por sus notas florales y herbales hasta una notable untuosidad en boca.

Paula a su vez nos contó que en la creación de estos blancos, ha buscado “transmitir que son vinos pensados desde la viña”, trabajando con métodos como la agricultura regenerativa y agroecológica. Ella cree firmemente que “el respeto por la tierra es uno de los valores más bonitos que podemos tener como seres humanos”, y esto permite que los vinos se expresen de forma pura y sincera.

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El proceso creativo de estos blancos han sido parte de su aprendizaje, “un camino super emocionante”, en particular con La Chica del Dragón en el que se da el gusto de trabajar con varias viñas y hacer vinos diferentes todos los años. “Hay mucho arte y espontaneidad en esos vinos, yo creo que desde el primer momento supe que esa era la esencia que quería compartir; es lo que a mi me hace feliz y es donde pongo toda mi honestidad para transmitir vinos sin maquillaje. No pretendo que le gusten a todo el mundo, solo poder compartir un poquito de ese paisaje que tanto me gusta.”

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9. Malpensando de Constanza Gaitieri

El vino espumoso Malpensado, elaborado con las variedades Roussan y Marsan, representa la personalidad de Constanza Gaitieri, quien se especializa en desarrollar productos no convencionales. Estas variedades, raramente utilizadas para espumantes en Mendoza, se combinan en un vino que ha sido sometido a más de 40 meses sobre lías, un proceso que enriquece sus aromas y características.

La prolongada crianza sobre lías da al vino una profundidad y matices que se distinguen por sus aromas frescos. Gaitieri menciona que su pasión por probar nuevas fórmulas es una parte fundamental de su trabajo, lo cual se traduce en vinos que capturan el carácter de lo nuevo y lo emocionante.

El proceso creativo de Gaitieri también está influenciado por su experiencia en Europa; este trasfondo internacional enriquece su mirada y contribuye a la distinción de sus espumosos.

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