Seguro que pasaste mil veces. Seguro que no lo viste. Este tesorito de la arquitectura de la Ciudad, está tan bien escondido como preservado. Si caminás por Retiro pasa desapercibido, pero vale la pena espiar. ¡Si ves luz entrá! Estamos hablando del Palacio Noel, en la calle Suipacha, a escasos pasos de la Avenida Libertador. Un edificio neocolonial que congregó a la vida social de la época en que Argentina era el granero del mundo, hoy alberga un restaurante secreto, con una carta en la cual los cereales son protagonistas. Pasado y futuro conviven en Los jardines de las Barquin.
Pasamos del otro lado de la hermosa puerta de madera trabajada -flanqueada por cuatro columnas- y todo es calma, naturaleza, y sabores. Aquí mismo funciona el Museo Fernández Blanco, que tras su restauración y con la apertura de su espacio gastronómico, está en su mejor momento para visitarlo.
Un patio andaluz que evoca a la tradición musulmana de la España medieval -con olivos, limoneros, un aljibe y una fuente que fue rehabilitada con cerámicas traídas de Sevilla- ahora también tiene un invernadero para detenerse a gozar de la mejor comida, firmada por los nombres más vanguardistas de la escena gastro actual. El creativo trío de chefs que forman Germán Sitz y Pedro Peña (Niño Gordo, La Carnicería, Chori) junto con Alejandro Féraud ( Alo's Bistro) expresa su potencial en este espacio sumamente original.
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La casa es chica y la genialidad es grande
Un pequeño invernadero con doble deck es todo lo que necesitan para hacer de las suyas. Esta vez, la misión es revalorizar el territorio rioplatense con granos de calidad. “La locación es un desafío, hubo que diseñar una estructura vidriada donde solo se puede utilizar electricidad. Sin fuego, una cocción con la que estamos muy relacionados. Nos salimos de nuestro lugar de confort para encarar una propuesta de Argentina como granero del mundo”, nos explica Germán Sitz. “Tenemos cereales de gran calidad y nadie les da un gran valor o sentido. Así que empezamos a trabajar con pequeños productores de granos y harinas de fuerza, con quinoa, cebada, burgol”, detalla.
"Nos salimos de nuestro lugar de confort para encarar una propuesta de Argentina como granero del mundo"
Me acerco a la barra para verlos cocinar, usan verdes y flores que emulan al jardín que los circunda. En el empapelado, un pavo real en su hábitat colorido. La naturaleza está completamente integrada, con un entorno de palmeras y palos borrachos. Este remanso botánico y cultural propone un plan completo que puede empezar en un almuerzo. De entrada, nos pedimos la fainá con berenjena, huevo y verdes. También nos tentó la empanada de centeno con hongos, berro y sarraceno.
De principal, la cremosidad del risotto verde de cebada, con hongos, pecorino, brócoli y espìnaca. El nuevo clásico porteño de milanesa con pastas acá tiene una versión gourmet, sale con peceto y linguini cacio e pepe, más salsitas: alioli, mostaza a l’ancienne y criolla con pistachos. También tienen plato del día (era un suculento ossobuco con polenta) y pastas del día: vi unos papardelle anchísimos, que saltearon en una manteca de shiitake y terminaron con lluvia de frutos secos. De postre, no pudimos resistirnos y pedimos los dos: crème brûlée cítrica y marquise con salsa de chocolate tibiecita.
“Hay tantos árboles que se vuelve un oasis. Creo que uno de los puntos fuertes que tenemos es el efecto sorpresa, al pasar la puerta. Y luego ves el invernadero, donde te podés sentar a disfrutar de muy buenos productos, junto a la arquitectura y el jardín. Nos interesó mucho hacer algo en el museo por todo esto, por el palacio y por la historia de la propiedad, de la condesa y sus sobrinas, las Barquin”, cierra Germán.
"Hay tantos árboles que se vuelve un oasis"
En los meses fríos abren de 11 a 19hs., por lo que también podés ir a desayunar o a merendar. Cuando nos fuimos, ya se había hecho la hora del té y estaban sacando unos scons que nos mataron con el olorcito. Sirven todo el día tostadas de masa madre con shakshuka magrebí, huevos y tomate o hummus de alubias, hongos, kale, gremolata. También vimos de reojo el croissant relleno de brie, palta, rúcula y pickles de cebolla. Más un pequeño mostrador dulce con la espectacular bollería de Alo 's.
¡No le tengas miedo al frío! El invernadero está súper bien calefaccionado y, por las dudas, también tenés unas mantitas para disfrutar del antiguo jardín de una condesa porteña en el que sus sobrinas -las Barquin- celebraban magníficas juntadas. Los tiempos cambian. Las ganas de disfrutar quedan.
El dato: hay que ir con tiempo para dejarse llevar por este sitio ecléctico y recorrer todos los rincones de esta obra diseñada por Martín Noel, arquitecto argentino, graduado en París en 1914. También podés visitar el Museo de Arte Hispanoamericano. No te pierdas el baño, mirá para arriba que tiene una instalación suspendida.
Dónde: Suipacha 1422.