Todos los domingos Ana se sube al escenario junto a Boy Olmi y Pablo Fusco para rendirle tributo a su familia en una pieza que ella misma escribió y que, con grandes dosis de sensibilidad y humor, habla de la infancia, la familia, las tradiciones y, por supuesto, ¡del helado!.
Todo comenzó con un helado
Empecemos por el principio: sin lugar a dudas Scanapiecco es una de las heladerías con más tradición de la ciudad. Fundada en 1938 por el “nono” Andrés (o Andrea) y su mujer Josefina ya va por la tercera generación de heladeros, manteniendo la calidad y la pasión que los caracteriza desde sus comienzos.

En 1938, Andrés y Josefina decidieron probar suerte abriendo una heladería en el frente de la casa donde vivían en Avenida Córdoba al 4800. Honrando sus orígenes, la llamaron “Antigua Napoli” y trabajaron obsesivamente para fabricar el mejor helado del barrio. Josefina cocinaba para los empleados y Don Andrea, amante de los instrumentos, matizaba las jornadas laborales al son de la mandolina, el violín, el piano y la guitarra.
El antiguo local vio agrandarse la familia con la llegada de sus tres hijos. En 1949 la rebautizaron con su apellido y en 2010 abrieron la sucursal que funciona hasta el día de hoy en Avenida Álvarez Thomas frente al Mercado de Pulgas.
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Tradición familiar
Ana nació portando un apellido que es sinónimo de helado y se crió entre cucuruchos, potes de dulce de leche, recetas secretas y refrigerantes. En La Heladería rinde tributo a sus orígenes y cocina a fuego lento la historia familiar buscando la fórmula perfecta del helado de limón heredada de su adorado tío.
Con una vasta formación actoral, cursos de clown, canto, danza y un gran recorrido en el circuito teatral off, Ana se animó a pegar el salto y llegar a Calle Corrientes para compartir sobre un escenario su historia y la de su familia.

¿Cómo surgió la idea de contar la historia de tu familia en La Heladería?
Partió de varios sueños que tuve con la heladería y los personajes que la habitaban. A partir de ahí tuve grandes charlas con la familia de las que tomé anécdotas y relatos.
Tengo un millón de recuerdos que también me impulsaron a hacerla: desde las tardes de mi infancia detrás del mostrador hasta exprimir las naranjas y los limones, pesar las bolsas de azúcar, volcar las cajas de dulce de leche en la fabricadora, pinchar los sachets de leche en un colador gigante o jugar con la caja registradora haciendo como que le cobraba a los clientes.
No existe una receta única para hacer helado y lo mismo sucede en teatro.
¿Qué particularidades creés que tiene tu familia al ser heladeros?
Los Scannapieco somos bastante particulares en general. Tenemos algo muy marcado del trabajo constante: la elaboración de un helado requiere mucha atención y presencia física porque hay que estar todo el tiempo observando el proceso: si la fruta está muy madura, cómo es la consistencia, si hay que agregar azúcar o si los huevos están bien…Es un procedimiento muy único en el que hay que reparar en todos los detalles.
El oficio de heladero implica estar presente y así somos. Como no existe una receta única para hacer helado, lo mismo sucede en el teatro y es mucho más divertido que así sea porque hay que ir descubriendo el proceso.

Contanos alguna anécdota de tu infancia/adolescencia en la heladería
¡Uhh tengo un millón! Empacharnos con mis amigas de helados y después armar vasitos de limón con soda a modo de remedio digestivo. Los momentos de silencio con el ruido de las heladeras cuando el local estaba cerrado y la maravillosa sensación de tener la heladería toda para mí. Los cumpleaños familiares en los que bajábamos la persiana y nos quedábamos celebrando y jugando con mis primos.
¿Fue difícil hacer la transición de tus vivencias al lenguaje teatral?
Lo más complicado fue limpiar todas mis vivencias que obviamente estaban ligadas a muchas emociones y sensaciones en función de hacerlas interesantes para el arco dramático. Tuve que dejar de lado anécdotas que me parecían simpáticas o divertidas porque el escenario y la acción teatral así lo requerían. Fue una especie de rompecabezas que drenó en un proceso de escritura de aproximadamente dos años.
Tengo un montón de recuerdos en la heladería, desde exprimir los limones y pesar las bolsas de azúcar a jugar en la caja registradora.
¿Qué sentís al poder presentarla en Calle Corrientes?
Yo vengo del teatro independiente, de estrenar obras en espacios más chicos y veo que por suerte, desde hace un par de años, se quebró algo de la frontera off/comercial y muchas producciones dieron el salto a Calle Corrientes.
Para mí es hermoso estar en una sala tan linda como la Picasso del Paseo La Plaza que tiene una distribución muy acogedora que permite que uno desde el escenario esté tan cerca del público. La primera vez que ví el cartel en la marquesina fue una emoción enorme pero no por decir: ¡Llegué! Sino porque me permite que la obra tenga mucha más visibilidad que en una salita de barrio.
¿Nos compartís la receta del helado de limón perfecto?
Es la que uno comparte en una noche de verano con la familia de sangre o la elegida y al tragar sentís que la suavidad del limón te acaricia la garganta.
El dato: las entradas están disponibles en este link.
Donde: Paseo La Plaza, Corrientes 1660.