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[title]Si visitás la provincia de Mendoza y buscás pasar tu día en un entorno natural, el dique Potrerillos, un embalse con vistas de ensueño, es una parada obligada. Te aseguro que, de una forma u otra, volvés asombrado.
Pero, si redoblo la apuesta y te digo que además de contemplar un paisaje digno de postal, tenés la posibilidad de vivir una propuesta gastronómica única entre las montañas, ¿lo pensás dos veces antes de decir que sí? Si sos de los que duda, quedate leyendo mi experiencia en Chirivia y después me contás si lo pensaste una tercera vez.
¿Cómo es la Experiencia Chirivía?
Todo comienza incluso antes de llegar a destino. Esto es por cómo la ruta, rodeada de montañas, se deja disfrutar. Además, se presenta un momento de adrenalina: el cruce de un gran puente de hierro con el vehículo, el cual marca el inicio de un trecho de ripio que se pierde en el horizonte. Este camino de tierra se convierte en protagonista, con curvas que levantan polvo y me hacen sentir como si estuviera en una escena de Mad Max. Pero es imposible no volver a la realidad al notar cómo se asoma el dique Potrerillos, con su agua celeste, para recordarnos que estamos en un lugar inigualable.
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Finalmente, llegamos a Chirivía. La primera imagen con la que nos encontramos es la de personas disfrutando de un vermut, algunas de pie, otras sentadas, todas rodeadas por la majestuosidad de las montañas. El ambiente vibra con calidez y alegría, como si cada uno estuviera exactamente donde debería estar. Allí nos esperan César y Benjamín Montes de Oca, padre e hijo y chefs anfitriones de la experiencia. Desde el primer momento, recorren el lugar con una sonrisa y unas palabras amables para cada comensal, asegurándose de que todos nos sintamos como en casa.
El ambiente vibra con calidez y alegría, como si cada uno estuviera exactamente donde debería estar
No pasa mucho tiempo hasta que un vermut llega a mi mano, seguido por un desfile de deliciosas tapas. En ese instante, César se posiciona en el centro del lugar y comparte la historia detrás del nombre de la experiencia que estamos viviendo. Para mi sorpresa, la chirivía es un tipo de zanahoria antigua que se colgaba frente a los burros para que avanzaran, persiguiendo algo inalcanzable. Para los Montes de Oca, simboliza superación, aprendizaje y la importancia de disfrutar del camino que conduce hacía sus objetivos.
Para los creadores de esta experiencia, la chirivía simboliza la superación, el aprendizaje y la importancia de disfrutar del camino que conduce hacía sus objetivos
¿En qué consiste el menú de Chirivía?
Consta de 10 pasos, cada uno cuidadosamente pensado para rendir homenaje a los productos de estación. Los sabores y texturas de cada plato son un espectáculo, y cada paso está maridado con vinos cuidadosamente seleccionados, incluyendo una etiqueta propia: un rosado fresco y liviano elaborado por Amuleto Wine Co.
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Los snacks, como vainas y vieiras a la parmesana junto a un roll de sushi, son solo un adelanto de lo que esperar de los platos principales. Mi favorito fue la trucha arcoíris, aunque el broche de oro llegó con el último paso: un panqueque de dulce de leche, de esos que te hacen asentir involuntariamente con la cabeza.
Aquí no hay formalismos: en los pasos de snacks, nos acercamos a la barra, donde los chefs cocinan a la vista. Hacer fila se transforma en una oportunidad para compartir una sonrisa o una charla con otros comensales. Los extraños se convierten en compañeros de aventura, unidos por la emoción de vivir algo único en un entorno espectacular. Los platos principales también fomentan el compartir, ya que se sirven al centro de la mesa y cada uno pica con su tenedor.
Los extraños se convierten en compañeros de aventura, unidos por la emoción de vivir algo único en un entorno espectacular
La atención es impecable. Los mozos están siempre atentos, sugiriendo vinos, resolviendo dudas y cuidando cada detalle. Incluso uno se encarga de advertirme que la sriracha para los langostinos al ajillo es muy picante. Spoiler: lo era. Sin embargo, una de las mozas, al notar mi expresión que delata mi poca tolerancia al picante, rápidamente me ofreció un vino blanco para equilibrar el sabor.
A mitad de la experiencia, hacemos un break inolvidable. Con copa en mano, bajamos a la orilla del dique Potrerillos. Algunos se animan a mojarse los pies. Otros, como yo, nos quedamos contemplando la impresionante vista que parece sacada de un cuadro de arte. Además, aquí se presenta otra oportunidad para conectar con personas de distintas partes del mundo, todas maravilladas por este oasis gastronómico en medio de la montaña.
Se presenta otra oportunidad para conectar con personas de distintas partes del mundo, todas maravilladas por este oasis gastronómico en medio de la montaña
Otro detalle que no pasa desapercibido es la música. Al llegar, ambienta música folklórica, pero luego va mutando: rock nacional, internacional y hasta cumbia en los momentos más distendidos. Incluso César, mientras prepara una ensalada revuelta frente a nosotros, baila mientras condimenta los ingredientes. La música no solo alegra cada situación, sino que anima a cantar, a reír, a conectar con los demás y con la experiencia.
Sin duda, Chirivía es un plan que invita a disfrutar, conectar y compartir el momento, en un entorno que exalta la belleza natural característica de Mendoza.
Reservas y consultas, acá.