La trayectoria internacional de Eduardo Hoffmann es un aspecto sobresaliente. Sobre todo, para un artista nacido en Mendoza, en donde las limitaciones no sólo son geográficas, sino también de accesos y posibilidades. Tal vez por este motivo, a los 20 años, el joven pintor comprendió que para su búsqueda, lo mejor era instalarse en una ciudad como Buenos Aires.
Desde allí construyó un trazado de exposiciones, experiencias, viajes y proyectos que lo han llevado a impactar con sus formatos, soportes y colores en circuitos, ferias y galerías de prestigio de Argentina, Brasil, Estados Unidos, España, Suiza, Bélgica, Francia, Italia, Marruecos, China, Malasia, Australia o Líbano.

Sus pinturas, su danza con la plástica y también, su misterio poético atraviesan fronteras, culturas e idiomas. Es que Eduardo Hoffmann lleva la fuerza de un instinto que ha desarrollado a pura disciplina, trabajo y motivación propia. También de intercambio y aprendizaje con otros, de trabajos colaborativos y de encargos para hoteles de lujo que le han generado tanta sorpresa como desafío.
La actividad es intensa y constante: "Empiezo a pintar muy temprano y me voy de noche", resume sobre las jornadas en su amplio estudio ubicado en Central Park, un centro empresarial de Barracas. "Allí descubro tesoros y es como un laboratorio interior en el que siempre hay obra nueva", agrega.
"En mi estudio descubro tesoros y es como un laboratorio interior en el que siempre hay obra nueva"

Las pinturas de gran formato ya son a esta altura, un sello propio. Los materiales, más allá de que el acrílico sea su mejor aliado, pueden cambiar y no hay limitaciones a la hora creativa. La historia, la fantasía y la belleza siguen siendo la brújula para este artista que ama los accidentes del experimento y las formas heterogéneas.
"Ha sido gratificante la llegada de mi obra a arquitectos como Norman Foster, que a través de su estudio recibí una invitación por correo para pintar un paisaje de la India, a donde nunca había estado. Esta pintura está en la ciudad de Gurgaon y tiene 64 metros cuadrados. Luego, me pidieron otras obras de gran tamaño, incluida una para un Park Hyatt, también de Foster, que tiene 50 metros cuadrados. Estos encargos surgieron luego de que vieran una pintura mía en el hotel Rosewood London, a pedido del destacado arquitecto Tony Chi", comparte.
"Ha sido gratificante la llegada de mi obra a arquitectos como Norman Foster”

¿Quiénes han sido tus grandes guías y referentes en la pintura?
Desde muy chico he sentido admiración por Picasso y con el tiempo ésta se acrecentó enormemente. Antoni Tàpies ha sido otro gran referente para mí y muy al comienzo lo fue el surrealismo de René Magritte. Con los tutores físicamente más cercanos, Zdravko Ducmelic fue mi maestro de pintura en la Universidad Nacional de Cuyo y con Julio Le Parc tuve una gran identificación desde el primer minuto en que lo conocí, en París. Por otra parte, están mis maestros del rugby y de la vida, Miguel Setien y Jorge Navesi.
“Con Julio Le Parc tuve una gran identificación desde el primer minuto en que lo conocí, en París”
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¿Cómo vivenciás tu experiencia con el arte?
Desde hace medio siglo que estoy involucrado con el arte y aquellas disciplinas que no he ejercido, las amo y admiro por igual. Hoy estoy tan naturalizado con el arte que no sé cómo sería vivir por fuera de él. Es más: no puedo entender cómo pasan algunas personas por la vida al margen, porque es un porcentaje importante de la plenitud para mí.

¿Fue necesario irte de Mendoza para proyectarte a nivel nacional e internacional?
Al irme por primera vez a los 20 años sólo buscaba adquirir conocimientos y experiencias para ser un mejor artista y es lo mismo que persigo hoy.
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¿Cuándo entendiste que eras un pintor de grandes dimensiones? ¿Qué técnicas o procesos son las que forman parte de tu trabajo?
Hace varios años atrás, cuando encontré unas lonas de camión de cáñamo que medían como 10 metros, un poco antes de que el Grupo Peñaflor me encargara un gran mural para una bodega. Me gustó mucho este desafío renacentista al que le siguieron otros, como grandes encomiendas del arquitecto Tony Chi para los hoteles de lujo Rosewood London o Rosewood Hong Kong. También, del arquitecto británico Norman Foster para la India y en mi tierra para el Museo Orfila, en San Martín, que trabajé con el arquitecto José Aranguren. Más adelante vino un encargo del Teatro Mendoza y por estos días dos grandes obras para Hualta Hotel, también en la Ciudad de Mendoza. Porque soy un artista inquieto y curioso, las técnicas siempre han sido diversas.

¿En qué proyectos trabajás actualmente?
Se vienen grandes proyectos que involucran a todas las artes y Mendoza es un bello y amado soporte. Hago lo que más me gusta, que es pintar, y llevo una vida de artista. Me motivan la mutación, la dinámica y el acertijo que propone mi trabajo.