Tiene más de 100 años, no tiene etiqueta, pero sí una historia que emociona: el Malbec 1912 de Luigi Bosca es, posiblemente, el más antiguo del mundo. Fue elaborado con uvas cosechadas en abril de 1912 en Luján de Cuyo, cuando Don Leoncio Arizu —fundador de la bodega— quiso homenajear el nacimiento de su hijo mayor, Saturnino, con una partida especial.
La botella, que aún conserva el corcho original atado al cuello, guarda un vino que nunca terminó de fermentar del todo. El azúcar residual que quedó funcionó como conservante natural, dándole una textura suave, dulce y persistente que desafía el paso del tiempo.
También te puede interesar: Mejores vinos mendocinos del 2024
"Quizás esas uvas se cosecharon el mismo día que se hundió el Titanic", dice Alberto Arizu (hoy cuarta generación de la familia), que atesora algunas de estas reliquias en la cava de Finca El Paraíso, una casona renacentista de 1905 en Maipú.

Hoy, ese vino centenario empieza a salir del baúl familiar: desde que Luigi Bosca abrió las puertas de la finca a los visitantes, hay una idea clara en el aire—compartir esta joya con el mundo.
¿Qué es el Día Mundial del Malbec y por qué es tan importante para Argentina?
El Malbec World Day (MWD) es la fiesta global del vino argentino. Una movida creada por Wines of Argentina para celebrar nuestra cepa insignia y mostrarle al mundo lo que el Malbec puede ser cuando se da en suelo argentino. Desde su primera edición, el 17 de abril de 2011, el Día Mundial del Malbec se metió en la agenda internacional y hoy es un clásico del calendario del vino.
La iniciativa cuenta con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y COVIAR, y forma parte del Plan Estratégico Vitivinícola Argentina 2030. No es solo una celebración: es política pública, identidad y posicionamiento de marca país.
Día Mundial del Malbec, ¿por qué se celebra el 17 de abril?
Porque ese día, en 1853, se presentó ante la Legislatura de Mendoza un proyecto que iba a cambiar la historia del vino en Argentina: la creación de una Quinta Normal y una Escuela de Agricultura. La propuesta vino de la mano de Sarmiento, con apoyo del gobernador Pedro Pascual Segura, y tenía como objetivo mejorar la producción local trayendo nuevas cepas de Europa. Entre ellas, claro, el Malbec.

El responsable de traerlo fue el agrónomo francés Michel Aimé Pouget, quien lo plantó por primera vez en suelo mendocino. La variedad se adaptó tan bien que no solo sobrevivió: se convirtió en la más representativa del país. Mejor aquí que en su región de origen (Cahors, Francia), el Malbec encontró en Argentina su mejor versión.