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Cucina Paradiso
Cucina Paradiso

Los mejores restaurantes italianos de Buenos Aires

Los 17 mejores restaurantes italianos de Buenos Aires, donde comer las mejores pastas y pizzas “fatto in casa”.

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No todo es el boom de las pizzerías napolitanas. Hay muchas otras ideas que se suman al generoso repertorio de los mejores restaurantes italianos de Buenos Aires. Recorrimos los barrios gastro de moda y los emblemáticos, como Boedo y La Boca, nos fuimos hasta Campana y Pilar para relevar los platos de hoy y los de siempre, los que nos hacen viajar por un rato a la bella Italia.

De una esquina de Palegiales a una de Martinez, de una pizzería romana, a una cantina adriática, de un pastificio a una pasticceria o un mercato. De la nueva generación, a los tanos de toda la vida. Van nuestros 17 elegidos de esta cocina que a los argentinos nos encanta, candidata a patrimonio inmaterial de la humanidad, por su sustentabilidad y diversidad biocultural.

1. Cucina Paradiso: el paraíso de Donato de Santis

Donato de Santis no necesita presentación. Es un grande, todos lo sabemos y conoce la cocina italiana como la palma de su mano. En sus restaurantes, ubicados a lo largo y ancho de la Ciudad de Buenos Aires, ofrece desde opciones para el famoso aperitivo de la tardecita, hasta focaccias, calamares, risottos y una variedad de pastas que te teletransportan a Italia en un bocado.

¿Nuestros favoritos? Para el antipasti, la polenta a la plancha con hongos, tomate y queso de cabra. De principal, los agnolottis de osobuco o el famoso Nino Bergese: un raviolón  de ricota, parmesano, espinaca y yema de huevo fresca, que es una bomba. ¿Para el dolci? Imposible irse sin probar el tiramisú que preparan en lo de Dona.

Dirección: consultar aquí las direcciones y para hacer reserva.

2. Totti Pinza Di Roma: la liviandad hecha pizza

Ellos porque trajeron algo nuevo, la pinsa romana, cuya particularidad es que se elabora con tres tipos de harinas: trigo, arroz y soja. Hace menos de un año, Totti -le pusieron así por el ídolo futbolístico de la Roma- tomó una hermosa esquina de Colegiales y no la soltó más. Desde entonces, la afluencia de gente no para, llegan (y vuelven) por esta pizza crujiente por fuera y aireada por dentro, de forma ovalada, con una fermentación prolongada y menor uso de levadura. La posta: su ligereza promete una mejor digestión. El ambiente es copado y el salón es alegre, de un lado está escoltado por un mostrador que expone los ingredientes premium con los que trabajan, y del otro, por una barra que se lleva las miradas.

Qué pedir: si son dos, empiecen con una burrata con prosciutto crudo y rúcula, luego eligen cualquier pizza y están de 10, haciendo honor a la camiseta que está grafiteada en la fachada. Nosotros probamos una bianca, la de papa con mozzarella, romero, ricotta; y una rossa, la calabrese nduja. Acompañamos con un spritz diferente, la carta de tragos tiene toques creativos.

El dato: de 18 a 19.30hs te esperan para que te tomes un auténtico aperitivo, que viene a la mesa acompañado de un spuntino que corre por cuenta de la casa, como sucede en la vera Italia.

Dirección: Jorge Newbery 3001.

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3. Osteria Raggio: Italia made in Argentina, dentro de un hotel palermitano

Seguimos con otra novedad: tiene un poco más de un año y ya está en las recomendaciones de la Guía Michelin. Gastronomía italiana con materia prima argentina, es la consigna de este reciente éxito palermitano. Después de las anchoas con pan y manteca alimonada, hay que arrancar con los affettati: bresaola con mostaza antigua y limón; mortadella con ricota fresca y pistachos. Infaltables las olivas y el parmigiano madurado que se sirve con miel orgánica. A la hora de las pastas caseras, el chef Sebastián Raggiante trae desde su Bologna natal a Buenos Aires -vía 4 años en El Bulli,  otros más en restaurantes franceses y en Michelín de Mallorca- una variedad de ñoquis, rigatoni, conchiglioni y algunas rarezas como los maltagliati o los gigli, dos especialidades toscanas que por acá no conocemos mucho. Los spaghetti alla Chitarra con carbonara tradicional, los pappardelle con bolognesa, los tagliolini con ajo, ají picante y langostinos de nuestra costa. La búsqueda es el sabor, a través del mejor producto de temporada de distintas regiones del país en recetas de antaño, que Sebastián heredó de su familia del norte italiano.

Qué pedir: Sus mariscos a la marinara son inolvidables. Una barbaridad de almejas, mejillones, calamar, pulpito y vieiras.

El dato: el agua con gas y sin gas no la cobran, tampoco la panera, que trae una suculenta combinación de productos artesanales elaborados en RAGGIO con un aceite picante que es la gloria.

Dirección: Gurruchaga 2121.

4. La Tratto de Biasatti: la pastería de Belgrano que abrió su propio restaurante

Milton Bertoni hace las pastas con sémola de grano duro porque le da otro dente y color; con huevos de campo para aportar sabor, proteínas y el tono anaranjado característico de las ricas pastas caseras que consagraron a su fábrica de Belgrano. Las elabora a unos pasos de su nueva trattoria, que es una evolución natural de su pastificio.

Para poder probar sus especialidades “in situ”. Y para ampliar su superficie de producción: en el salón de La Tratto ahora también, fabrican. Si vas al medio día, los ves amasando lo que te vas a comer. Si vas de noche, la zona de trabajo que antes estaba enharinada, se transforma en una barra para tomar un Garibaldi.

El nuevo restaurante italiano es un espacio cálido, con amplios ventanales y un servicio muy atento, perfecto para potenciar la sensación de comfort food. Alucinamos con los pappardelle cortados a mano con pesto de arvejas y albahaca, menta y parmesano.

Qué pedir: Empezamos con la salumería italiana -mortadella con pistachos, finocchiona, prosciutto, bresaola, pecorino- acompañada con focaccia de romero, oliva y sal marina.  De las pastas caseras rellenas, nos quedamos con los ravioli de ossobuco y espinaca a la crema de hongos, romero y limón y el gran truco que lo cambia todo: pangrattato.

El dato: para el il dolce, vayan por un duo de cannoli siciliani, con pistachos y naranjas confitadas.

Dirección: Ciudad de la paz 1917.

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5. MAD: la pasta house más creativa y más ondera

El furor por las pastas fuera de serie llegó a Martinez con este proyecto de Félix Babini, Lucas Canga y Clara Corso, que tuvieron en el gran Alo’s de La Horqueta su mejor escuela. La imaginación es el ingrediente principal de su fórmula, que también tiene en la rotación del menú y en el color de las masas (que logran con tintes naturales extraídos de vegetales), sus condimentos esenciales. De unos anolini de remolachas asadas, parmesano, hierbas, ricota y manteca de amapolas crocantes, al súper Nino Berguese 3.0; cappellacci de arvejas, mascarpone y lima, pasando por unos agnolotti rellenos de provoleta a la plancha con crema de parmesano… vayas cuando vayas te vas a sorprender. Y te vas a enamorar.

El dato: además de las pastas of course, ¡nos encantó el espacio! Es super jóven y rebosa de onda, algo difícil de encontrar por estos lares, dominados por restaurantes más clásicos. Por eso, es uno de los últimos hotspots de zona norte.

Dirección: Av. del Libertador 13797, Martínez.

6. Cimino: il vero sapore en un mercado italiano

Aprovechamos que estamos en zona Norte para encarar hacia el centro de Martínez. A unas cuadras de la estación de tren, donde ya el área es residencial, hay un local que no pasa inadvertido. “Lo que hicimos es un negocio de concepto, un mercato de estilo italiano, lo cual es novedoso y original para la zona. Más la oportunidad de comerte unas pastas caseras, una pizza o un panino. Los nombres de los sándwiches tienen que ver con Calabria, con sus playas o sitios de vacaciones, porque es nuestro lugar, ahí está la foto del nonno calabrese. Transmitimos esa cultura que heredamos. Los italianos conquistaron el mundo con su gastronomía, acá tenemos una muestra de sus tradiciones, que esperamos que incorporen los clientes”, nos explica Juan Cimino.

De un aceite de oliva a un biscotti. De un auténtico mascarpone a gorgonzola, reggianito, pecorino, finocchiona, spianatta romana, porchetta, salame calabrese, sopressata, longaniza napolitana, pomodori secchi, caponata y mucho más. Imaginate que un panino con estas bellezas es mucho más que un almuerzo simple y contundente. Para los veggies, una ciabatta multicereal de berenjenas y tomates grillados, fior di latte, portobello salteado y mostaza con miel. O una insalata de rigatoni, cherrys, albahaca y perlas de mozzarella.

Ahora también sirven pizzas napolitanas -cocinadas a 450°C- y unos cappelletti de brie, cuartirolo y parmesano de los que habla todo el barrio.

El dato: nos encantó la ventana de café, para tomarte uno “al volo” como hacen en Italia. “En vez de sentarse por dos horas a charlar con un café, como hacemos en Buenos Aires, acá proponemos hacerlo a la italiana, lo más genuino posible. Tomar un café al paso para sentirnos por un minuto en cualquier lugar de Italia”, cuenta Juan.

Dirección: Vicente Fidel López 114, Martínez. 

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7. Bravo: la apertura del Círculo Cultural Italiano

Si hay un lugar que mantiene vivo el culto a la italianidad en Buenos Aires, es el Círculo Italiano, una comunidad que se formó en 1873. Además de cafés literarios en su biblioteca, meriendas musicales y un ciclo de té temático para conocer la historia de Italia con cappuccino en mano y una crujiente sfogliatella napoletana en boca, organizan catas de vinos italianos. Hace poco, organizaron una con la visita del prestigioso enólogo Roberto Cipresso -seguilos en Instagram para enterarte de su agenda cultural y gastronómica.

Su fabuloso edificio de la calle Libertad acaba de estrenar un espacio gastronómico que se define como “una sinfonía de sabores nuevos y eternos que te transporta a ciudades y lugares icónicos”. Toda la experiencia está inmersa en el espíritu arquitectónico del fabuloso Palacio Leloir, que atesora un rincón italiano en el corazón de Buenos Aires. Podés empezar con un vitello tonatto y seguir con risotto de hongos con aceite de trufa blanca o con uno de mar, con mariscos y azafrán. O una lasagna al forno con bechamel y parmesano. De postre, tiramisú. No te pierdas el jardín, un oasis escondido en medio de la ciudad. Perfecto para un aperitivo por Recoleta al final del día, en un espacio calmo.

El dato: los domingos brindan una cena especial, en tres pasos, con lo más emblemático de la cocina argentina. Empanadas, un jugoso asado y panqueque de dulce de leche. ¡Hasta hay show de folklore!  Desde las 19hs, con reserva.

Dirección: Libertad 1264

8. La Alacena: la trattoria bib gourmand por Michelin

Recibió esta distinción con la que la famosa guía premia a las mejores relaciones calidad-precio. En esta esquina, Julieta Oriolo conquista con su pasión por el país de sus ancestros y el legado culinario familiar. Sus recurrentes viajes a diferentes regiones italianas actualizan sus recetas y las dotan de toques mágicos. Para arrancar, berenjenas alla parmigiana con pomodoro de tomates italianos, fior di latte y pesto. O unos calamaretti con porotos pallares, jalapeños, guanciale y salsa verde más contorno de radicchio. De las pastas artesanales, garganelli al ragú bianco, funghi, tartufo; tortelli con ricotta, mortadella y arvejas;  spaghetti aglio, olio e gamberi con abundante peperoncino y perejil fresco.

Si vas por un plato fuerte, no te pierdas el polpette dal sugo: albóndigas de ternera con pomodoro, mozzarella, espinacas y garbanzos. Para cerrar, profiteroles de helado de pistacho con salsa de chocolate o la pavlova con curd de limón, crema fresca y frutas rojas.

El dato: la cava aporta una excelente selección que acompaña la italianidad de esta gastronomía con etiquetas de garage y de prestigiosas bodegas argentinas. Hasta te podés pedir vino naranjo por copa. O una botella de pinot grigio (Italia tiene grandes varietales de esta uva) hecha en La Pampa.

Dirección: Gascón 1401.

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9. Santa Croce: la nueva focaccería de Nuñez

Dicen que nadie vuelve igual de un viaje a Firenze, y eso fue lo que les pasó a Juan Manuel Morillo. Desde allí trajo la idea de abrir en el barrio porteño de Núñez una paninoteca. “Mis abuelos, mis padres y yo cocinamos, y la italiana es nuestra cocina favorita. Si bien estoy en gastronomía hace 16 años con dos locales de sushi, siempre estuvo en mi cabeza abrir un restaurante Italiano. Este formato me permite la simplicidad de servicio y una carta acotada con el fuerte en la calidad del producto”, nos revela.

Hoy ya es una realidad este emprendimiento especializado en sándwiches con quesos artesanales y embutidos de primera. Su tamaño es generoso, y su relleno también, por eso también tenés la opción de pedirte el peque. De sus 12 variedades (y se vienen más, como opciones sin TACC), nos quedamos con un clásico italiano que nos puede: jamón crudo gran reserva, stracciatella, tomate, albahaca, oliva y crema de portobello. Otro de los más pedidos es el de mortadella con nuez, stracciatella y pesto o cualquier otro de sus aderezos fatto in casa, como el de morrones asados.

Podés acompañar la comida, con un aperitivo que se prepara en la barra que domina el salón. O terminar con un café y un dulce típico, como la sfogliatella napolitana. Si el día está lindo, el point es la vereda. El local es pequeño, pero la calidad es grande.

El dato: los condimentos tienen el toque mágico de Daniele Pinna, el chef de Cerdeña que fundó La Locanda de Buenos Aires y es muy amigo de Juan Manuel. “La combinación de porchetta con coleslaw es de su autoría”, nos cuenta.

Dirección: Crisólogo Larralde 1662.

10. Martinelli: todo lo que nos gusta de Italia, junto

Continuamos el recorrido gastro por Núñez y llegamos al nuevo caffe, pasticceria y gelateria que acaba de abrir el italiano Carlo Contini. Si sos del team salado, elegí una piadina romagnola: un tipo de pan plano originario de la región de Emilia-Romaña. Por ser liviano, es estupendo para sentir bien los sabores del relleno que escojas -gorgonzola, pepperoni, jamón natural, prosciutto o berenjenas acompañados por fior di latte. Y para dejarte lugar para lo dulce, ¡que es un montón para degustar! Sí o sí andá por alguna de sus preparaciones artesanales de pasticceria de distintas regiones de Italia, que rotan según la estación. De la famosa sfogliatella con relleno de crema pastelera a los cannoncini, que se pueden pedir de dulce de leche; la zeppola di San Giuseppe, un rosquilla horneada de la región de Campania rellena de pistacho y avellanas tostadas; los cannoli siciliani, con crema de ricota, chips de choco y naranja o de tiramisú; o un simple e imbatible cornetto. Capítulo aparte para las tortas: amamos fuerte a la Nutellina y la cheesecake de pistacho caramelizado.

Si sos fan del affogato, acá sirven este clásico italiano: una bocha de helado cubierta con espresso caliente para dar con un postre cremoso de sabor a café. Y no solo sale con helado de vainilla, hay muchos otros sabores: el de pistacho viene con crema batida y pistachos picados; el Torinese con helado de sambayón, crema batida, cacao y avellana.

El dato: vayan por una rareza, la torta caprese. No es de albahaca, queso y tomate, sino un pastel de chocolate y almendras propio de la isla de Capri. Sale tibia y con helado de vainilla.

Dirección: Iberá 2484.

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11. Il Giardino Terraza Romagnoli: el nuevo rooftop de Recoleta con DJ set

Para salir a comer a un restaurante italiano en código “noche”, con DJ set en vivo y una pista para bailar. Il Giardino inauguró su terraza de 600 metros de largo, una gran barra que despacha coctelería clásica italiana y de autor, deck de madera, alta vegetación y partes techadas para disfrutar durante todo el año. En la elegante calle Posadas, le cambió la cara al clásico paseo gastro que es La Recova, con su cartel de neón y una propuesta joven.

Hay que arrancar por el aperitivo, ofrecen seis platitos entre los que se encuentran los langostinos crocantes con salsa florentina y las albóndigas a la italiana, con pomodoro, hongos porcini y parmesano. Entre las entradas, de la tradicional melanzane alla parmigiana a un carpaccio de lomo con salsa inglesa, alcaparras, queso pecorino y mostaza dijón. De las pastas caseras nos tentaron los ravioli de verdura con salsa tartufo e funghi. Las pizzas son a la romana y con doble cocción, primero al molde y luego a la piedra. Hay variedades para todes.

El dato: además de que la cava es muy completa, ofrecen una buena selección de vinos por copa. Si lo tuyo son los tragos, vas a estar de 10 con un Limoncello Spritz (limoncello della casa, prosecco rose y soda) o con un Negroni Romagnoli (gin, campari, café infusionado en vermú y Carpano Rosso con notas de cacao).

Dirección: Posadas 1017.

12. MAURO.IT: el templo de la pastaciutta

Algunos dicen que Mauro Crivellin tiene cara de malo. Son los que no saben que es un ortodoxo de la pastasciutta, que desde su ristorantino del Bajo Belgrano se encarga de hacer respetar las buenas prácticas de la pasta seca: manda a no cortar los spaghetti, comerlos al dente, no ponerle extra de queso rallado, y coserse la boca antes de pedir parmesano cuando el plato tiene pescado. Las reglas del juego están escritas, en el menú y por el salón (el que avisa no traiciona) y se hacen cumplir a rajatabla. Su misión, además de darte de comer muy rico, es resguardar la estricta tradición peninsular de la que proviene el piamontés. Hasta tiene un certificado que lo avala, contra la falsificación de la gastronomía italiana, otorgado por una asociación de profesionales que buscan mantener el sabor original de su país alrededor del globo. Es un Embajador de la cocina Italiana nel mondo, que es candidata a patrimonio inmaterial de la UNESCO.

Para Mauro, el cliente ni siquiera debe elegir la clase de pasta, sólo ordenar la salsa, que se preparará con el tipo de fideo que mejor le combina. El chef que vendió su restaurante de Novara (estaba en el teatro histórico y era frecuentado por italianos famosos de los cuales exhibe fotos en su local) para poder cenar en familia, al instalarse en la Argentina no pudo con su genio y terminó abriendo un local en un garage. "En Buenos Aires, mi primera cocina tenía un metro por un metro y cuando salía el plato se lo pasaban entre los clientes porque no podías circular", nos relata. En este, el espacio es cálido y acogedor, bien tipo cantina italiana.

Mauro.it está más italiano que nunca. Es el restó mejor posicionado de la ciudad en los paladares de los entendedores de Italia. “Cuando la gente acá me dice que la pasta se puede comer sólo los domingos, no es verdad. Eso sucede con la pasta fresca o rellena, que no la puedes comer a diario porque es difícil de digerir, y te duermes en vez de ir a trabajar. La seca sí. Esa es la cocina della mamma que me gusta hacer a mi", afirma.

El dato: recomendamos pedir, de antipasti, el mix de bruschettas (tomate, hongos y berenjena), burrata, prosciutto crudo italiano; de dulce, tiramisú al pistacchio, panettone al forno con gelato, panna cotta. Perfectos complementos de la estrella del lugar: la pasta seca importada de Italia con pesto gorgonzola, amatriciana, carbonara o allo scoglio (con mariscos). Lasagna alla bolognesa, risotti y gnocchi.

Dirección: 11 de septiembre 2465.

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13. L'Adesso: alta cucina italiana remixada

Leonardo Fumarola, en cambio, piensa en lo de ahora. La modernidad ya se aprecia en el espacio completamente renovado, con una atmósfera tan cercana como elegante. La luz justa en el salón, y en el exterior, un jardín interno tranquilo y calefaccionado. L’adesso es un muy buen point para una salida de a dos (después de todo, no hay dos enamoradxs que no sueñen con ir a la bella Italia). En cada plato, Leo combina algo típico italiano con una técnica novedosa y un styling diferente para clásicos que nacieron del pueblo. Así, las croquetas son de osobuco, llevan crosta de maní y mermelada de tomates. Los pappardelle se elaboran con harina de castañas y se acompañan con ragú de jabalí y arándanos. El risotto es de gorgonzola, pesto de rúcula, remolacha y almendras. 

Los segundos: carne de res braseada con verdura y polenta grillada; pescado con caponata alla siciliana. "La idea es traer el nuevo concepto de la cocina italiana, actualizar la imagen que hay en Buenos Aires que proviene de lo que trajeron los inmigrantes. Esto tiene que ver con lo que sucede ahora allá", resume su adaptación. Aunque también hay lugar para lo simple: si mirás su cuenta de Instagram, hay muchísimos videos hechos por clientes felices con su cacio e pepe, la icónica pasta fresca larga y gruesa mantecata en una horma de queso romano y pimienta.

El dato: si estás para darte un gustazo, la  cava tiene vinos italianos.

Dirección: Fray Justo S.M de Oro 2047.

14. Italpast: una leyenda que llegó hasta un hotel de lujo

“La historia comienza en 1950”, nos cuenta Luciano Picciau. “Cuando mi abuelo Gino Picciau decide dejar la isla de Cerdeña para venir a la Argentina. Se radican en la ciudad de Campana, donde actualmente funciona el primer Italpast”. Su familia siempre se dedicó a la gastronomía, al principio con comedores para empresas, luego con rotiserías y fábricas de pastas. “La gente venía a lo de mi abuelo con la fuente directamente, a buscar 6 porciones de pastas para el domingo”, recuerda Luciano.

Hasta que en 1995 su papá, Pedro Picciau, junto a su mamá y hermano, abrieron Italpast, que arrancó vendiendo pizzas y pastas para llevar. “Por pedido de los clientes abrimos como restaurante en la vereda, con mesas y sillas de plástico en una tarima de madera”, revive Luciano. Con el tiempo el negocio fue creciendo, se construyó el salón principal (que funciona actualmente), el patio, y las otras sedes: en 2008  Luciano, junto a su mujer Marcela, inauguraron en La Reserva Cardales en la parte del Club House. En 2022, Italpast llega al Hotel Faena de Puerto Madero. La premisa es siempre la misma: cocinar con pasión.

El dato: recomendamos pedir la burrata con jamón crudo, hojas verdes y reducción de aceto balsámico o la porchetta alla Sarda horneada 12 horas con romero, tomillo y laurel. Entre los principales, ravioli Verdi di Pietro en masa de rúcula, rellenos de carne y hongos con salsa de tomates frescos. El imperdible es la lasagna della Nonna, en honor a Cecilia, que hasta sus 89 años estuvo firme, en la cocina y en el salón. Cerramos con el semifreddo: helado casero de turrón y almendras, con salsa de chocolate.

Dirección: J. de Dellepiane 1050, Campana.

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15. Fetuccine Mario: de restaurante en una estación de servicio a las mejores pastas de Pilar desde 1943

Aunque cueste escribirlo y leerlo, este lugar se fundó en la Segunda Guerra Mundial. Y se convirtió en un templo, en esos sitios de culto a los que se peregrina para festejar (de hecho, yo misma vine por el nacimiento de mi hija, para sentir en un plato de pastas el gen italiano que recibió). Además, la historia de este restaurante es fabulosa: Mario Bianchi pasó de mozo en la confitería del teatro Tabaris a Pilar, para vivir en una casa ubicada en la misma estación de servicio donde abrió el restaurante. No fue fácil: escaseaba el combustible y los transportistas utiizaban vales para cargar nafta. Por aquel entonces, vendían de un bife de lomo a caballo a sándwiches y café con leche. El hijo de Mario, Florindo Atilio, amasaba pasta, pero solo para “el personal”, para comer cuando terminaban el servicio. Resulta que una tarde llegó del campo el gran polista don Julio Menditeguy (a Mario le encantaban los caballos) y los sorprendió almorzando, el aroma casero de la salsa de mamá Anita era tal que, pidió eso: “Hoy voy a comer lo mismo que están comiendo ustedes”.

Así nació el plato emblemático del restaurante: fettuccine al ragú. Parece que Julio se quedó encantado: “Ni en Italia he comido unos fideos tan ricos”, profesaba entre sus amigos, y así todos fueron viniendo a probarlos. Mario era boloñés y Anita, triestina. Ella hacía el ragú con más de ocho horas de cocción. Luego se amplió la oferta a otras variedades de pasta, de espinaca o nero de sepia en tinta de calamar; rellenas, ñoquis.

El dato: con 80 años, Florindo Bianchi sigue a cargo del reducto italiano que heredó. Por cierto, a principios de los 90, cuando encaró la mudanza de Fettuccine Mario, siguieron apostado por el centro de Pilar, en lugar de emigrar al kilómetro 50, que estaba en pleno surgimiento.

Dirección: San Martín 299 y Ruta 8, Pilar.

16. Spiagge Di Napoli: la cantina centenaria, de la costa adriática a Boedo

Casi 100 años después de que Giovanni Ranieri dejara su Italia natal en busca de un destino mejor para los suyos, la cantina rústica que fundó al llegar a Buenos Aires sigue intacta. Vino con la intención de cultivar en La Pampa y terminó alquilando un local en una casona antigua de Boedo para crear un restaurante icónico. Un refugio italiano que va compartiéndose (y legándose) de generación en generación. Si lo tuyo son los bodegones porteños, vas a amar este sitio repleto de recuerdos y sabor.

Dos décadas después de su emigración, Giovanni logró traer a su esposa y a sus hijos; hoy es su nieta Rosario quien comanda las ollas. Pastas caseras abundantes y salsas insuperables fue la base sobre la que construyeron este clásico de la cocina del Adriático en Buenos Aires. Aunque el nombre indica casi lo contrario, ya que habla de la costa opuesta: Spiagge di Napoli. Cuentan que se debió a una cuestión de marketing, y sin dudas, de visión o premonición, porque la historia de Maradona aún no estaba escrita. Lo que sí sucedía por aquel entonces, es que Buenos Aires se iba llenando de napolitanos, además que Nápoles era el puerto de donde zarpaban la mayor parte de los inmigrantes. En este tiempo, han incorporado una fusión con cocina argentina (sí, la milanesa es bestial). Rápido, rico y abundante es la fórmula de la cantina. Así que ya sabés, si nunca fuiste, te toca.

El dato: aconsejamos ir por fucciles al fierrito con tuco y pesto y por el “postre de la Nona”.

Dirección: Av. Independencia 3527.

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