1. Basílica de María Auxiliadora y San Carlos
Por fuera, la Basílica de María Auxiliadora y San Carlos parece ser una de las tantas iglesias que se encuentran en la ciudad porteña, pero tan solo al cruzar la puerta esconde una de las arquitecturas más deslumbrantes.
Este templo religioso, que fue construido por los monjes salesianos de Don Bosco entre 1900 y 1910, se alza en el corazón del barrio de Almagro. Su interior se divide en tres niveles: una cripta, un templo con dos naves laterales y el templo superior. Sin dudas, se destaca por el eclecticismo de estilos que pueden apreciarse; como el gótico, el barroco y el románico lombardo.
Los ojos no dan a basto para admirar todo lo que hay alrededor: enormes vitrales, arañas colgantes con tulipas de cristal de Murano; sectores recubiertos con mármoles de Italia, columnas de quince metros de altura con franjas de colores; y un techo abovedado lleno de estrellas y arabescos.
Como si fuera poco, culmina con una cúpula octogonal, cuya bóveda está a casi cincuenta metros del suelo; y cuenta con un órgano traído de Italia, considerado uno de los más distinguidos de la ciudad.
El dato: todos los meses realizan visitas guiadas y conciertos de órgano con entrada libre y gratuita (solo piden colaborar con alimentos no perecederos). Además, la basílica permanece abierta de lunes a domingos en distintas franjas horarias.
Dónde: Av. Hipólito Yrigoyen 3999.