“Llevate un libro, dejá otro” es la invitación impresa en la primera biblioteca al paso (BAP) de Buenos Aires, creada por Inés Kreplak. La escritora y licenciada en letras había conocido las “little free libraries” en un viaje a Chicago, Estados Unidos, y había quedado fascinada con la idea de intervenir el espacio público para crear un rincón donde sentarse a leer, llevarse libros gratis y, también, dejar nuestros recomendados.
En 2016, con ayuda de un carpintero, ensambló la “casita” de madera en la puerta de su casa en Parque Chas, y puso dentro 20 libros. El efecto dominó superó sus expectativas. “Me contactó mucha gente y el proyecto empezó a replicarse en barrios, instituciones y escuelas”, nos cuenta Inés. Nacían las “bibliotecas al paso”, nombre que ella misma ideó.
Su página de Facebook “Bibliotecas al paso” es testigo de la ola expansiva de su proyecto; Inés se propuso crear un mapa de ellas en el país, pero rápidamente perdió la cuenta. Sabe que son más de 50, de las cuales la mayoría se concentra en la Capital Federal. “El objetivo no es llenarlas con ´lo que sobra´, sino con lo que uno desea compartir”, señala la escritora. Agrega que uno puede llevarse el libro que quiera y que no es obligatorio devolverlo, ni dejar uno a cambio. “Las bibliotecas al paso brindan la posibilidad de pensar que, contra toda lógica que se impone desde afuera, el libro sigue trascendiendo la idea de objeto de valor económico”, destaca.
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Inés se mudó, pero podemos encontrar su pequeña biblioteca muy cerca de su puesto original, en la plaza Éxodo Jujeño de Parque Chas.
Crear una comunidad
La artista Alma Scolnik tuvo una idea similar a la de Inés y, en 2017, instaló una biblioteca al paso en el barrio de Colegiales, frente a su taller de artes visuales. Vecinos, amigos y alumnos la ayudaron a construir una casita de madera con ventana de acrílico. En el frente se lee: “Traé un libro y llevate otro”.
Alma sabe que la biblioteca dejó de ser suya en el instante en el cual la armó y que es mucho más que un sitio de intercambio libre de libros. “Contribuye a crear una comunidad. Abre la posibilidad a modos distintos de habitar el espacio público, la vereda. La biblioteca propone una detención: parar la marcha, mirar, revisar a ver qué hay”, describe.
“El libro sale a tu encuentro”, añade Diego Sachella, vecino del barrio de San Cristóbal. Vivió unos años en Munich, Alemania, donde descubrió esquinas, plazas y bulevares llenos de libros al alcance de cualquier transeúnte. Ya de vuelta en el país, una colección “Robin Hood” en un tacho de basura iba a impulsarlo a empezar sus propios proyectos. “No podíamos tirar esos libros y tampoco teníamos un espacio cómodo para hacer una biblioteca al paso, así que creamos en Facebook la Biblioteca de los libros (no) tirados a la basura”, relata. El siguiente paso era buscarles destino. En 2020, a partir de una conversación con la Asociación de Comerciantes, Profesionales e Industriales de la Avenida Entre Ríos (AvER), Diego se conectó con algunos comerciantes que se entusiasmaron con la idea de montar estantes o cajas con libros en sus negocios.
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A partir de entonces, al pasear por la Avenida Entre Ríos, podemos encontrar pequeñas bibliotecas al paso en negocios como la mercería Strass, la Tienda La Unión y la pescadería Sachimi.
“El libro es un vínculo. La gente se va relacionando entre sí, al dejar y cambiar libros. Se crean conversaciones con los dueños de los negocios sobre las lecturas”, resalta Diego, que recibe entre 4 mil y 9 mil cada mes. A aquellos que no logra rescatar por su mal estado, los da para reciclar el papel o los ofrece a artistas que los intervienen. “Les damos a los libros la sobrevida más noble posible”, asegura.
Pasear con ojos abiertos
En Artigas al 2600, La Paternal, tres muñecos gigantes hechos con mosaicos y venecitas nos dan la bienvenida a la “Biblioteca al Paso Artigas”. El hermoso mueble que custodia los libros fue creado por un grupo de vecinos en la vereda de la casa de la bibliotecaria Marinés Gómez. Los convocó el amor por la literatura y las ganas de generar un espacio de intercambio. “Fue un impulso de proponer algo culturalmente positivo para salir del individualismo”, explica Marinés.
“Es una experiencia estética. La gente mueve la cabeza cuando pasa en el colectivo y eso es parte de la acción. A veces, vamos como con anteojeras. En el transitar cotidiano algo llama la atención de tu mirada. Es una experiencia estética disruptiva”, describe.
Los vecinos intentan mantener cierta curaduría en la biblioteca. “No dejamos que se convierta en un juntadero de cosas que no le sirven a nadie. Queremos dar acceso a lo mejor que tengamos”, afirma Marinés. Más allá de la lectura, esta BAP invita a reunirse con otras personas. Se organizan propuestas relacionadas con música, narración, juego y artes plásticas.
Una movida cultural parecida gira en torno a otro rincón sombreado de lectura en la Ciudad de Buenos Aires: la biblioteca al paso Chimera, en Villa Crespo. Soledad Dumon, bibliotecaria y cofundadora, cuenta que tienen habitués del lugar que disfrutan de llevarse un libro o de sentarse a leer.
Pasear con los ojos atentos es la propuesta universal de las bibliotecas al paso, para no perderse de descubrir estos rincones de lectura donde sumergirse, al menos por un ratito, en otro espacio y otro tiempo.
Bonus track: más bibliotecas para descubrir en CABA:
- Biblioteca Libre de Praga - Pasaje Praga, entre Moscú y Belgrado, Parque Chas.
- Natural & Co. - Paraguay 3533, Palermo.
- Casa Telma - Carlos Calvo 498, San Telmo.
- Join Us! Escuela de idiomas – Av. Entre Ríos 510, Monserrat.