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[title]Ezequiel López Batista estudiaba ingeniería en Los Ángeles, pero un día decidió cambiar su estilo de vida. Dejó la carrera y casi de forma automática, sus padres dejaron de pasarle dinero. “Empecé como valet parking de un restaurante. Hasta que me necesitaron en la cocina. Ahí, se me abrió un mundo de aromas y sabores. Nunca más me fui de ese ámbito. Sentí que era mi lugar”, explica en diálogo con Time Out.
López Batista pasó 30 años en las cocinas del mundo hasta que abrió un local de eventos en pleno Palermo. Pasó la pandemia y su emprendimiento no logró sobrevivir a los meses de encierro por el Covid-19. Entonces con la espalda contra la pared, ya sin dinero, Ezequiel unió su pasión por la cocina y el recuerdo de su abuela italiana Bambina Curia. Así, lanzó desde la ventana de su casa, la venta de arroz con leche con la receta de esa mujer que le cocinaba cuando él era apenas un niño.
La crisis son oportunidades: así nació Arrozconlechería
“El monoproducto y el concepto de ventana de venta es algo que había visto en Europa y que en Buenos Aires aún no está tan desarrollado”, explica López Batista. “Hay que hacerlo con una muy alta calidad. Pero te da muchas satisfacciones porque a la gente le gusta y también se puede hacer en solitario, que era lo que yo necesitaba para poder solventar mis gastos tras el cierre del salón de eventos”.
Ezequiel nombra a Ada Concaro del mítico restaurante Tomo 1, como la mujer que le enseñó y le legó el amor por los postres. “Con ella aprendí las técnicas precisas para los platos dulces. Las combinaciones y la química exacta, como por ejemplo con el arroz con leche que ahora vendo en mi ventana”, sostiene el cocinero.
"De Ada Concaro aprendí las técnicas precisas para los platos dulces"
“El arroz con leche sin limón que preparaba mi abuela encuentra la magia con el amasado a fuego de la leche. Otro universo de aromas en el que reinan armónicos ahumados que enaltecen la concentración sedosa y aromática de la proteína de la leche amasada en ochos y evaporada a fuego fuerte con azúcar y la constancia del cucharón del chabón que atestigua y revuelve y revuelve y revuelve y eso lo acerca al amor de su abuela”, escribió Ezequiel en uno de sus primeros posteos en los que se presentó en sociedad.
Un postre con historia familiar
“Este postre tiene una historia familiar. En nuestra casa, en el viejo Palermo, el arroz con leche de mi abuela era el centro de las reuniones familiares. El secreto está en la paciencia, en remover constantemente la mezcla para conseguir la textura cremosa perfecta”, comparte. En esas mesas familiares estaba la abuela Bambina Curia y también la tía Ana. “Competían entre ellas en los almuerzos familiares de los domingos con la clásica mesa tan larga repleta de primos y tíos”, recuerda Ezequiel.
El cocinero rememora las manos de sus dos referentes de la cocina. Bambina hacía el arroz con leche y le agregaba solamente esencia de vainilla. “Colmaba toda la casa de ese aroma dulzón que sólo tiene este postre en sus 3 horas de cocción”, cuenta Ezequiel. En tanto, Ana hacía un postre único que Ezequiel evalúa agregar a su negocio. “Los crustolis que son como unos ñoquis embebidos en oporto y huevo que se fríen”, detalla López Batista.
De salón de eventos a “ventana” para la venta de arroz con leche
La rutina de Ezequiel arranca a la mañana. El salón de eventos se convirtió en su casa en el corazón de Palermo. En la calle Honduras, entre árboles gigantes y en el medio del polo gastronómico que todos los días recorren decenas de porteños y turistas que visitan Buenos Aires.
“De 9 a 12 todas las mañanas preparo el arroz con leche en una cacerola de 25 litros. Este postre necesita una atención constante. Todo el tiempo hay que revolver para lograr la mejor consistencia”, explica López Batista.
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Sus estudios de ingeniería le dieron cierta automatización y mantener los procesos a rajatabla. “Tengo un monoproducto y lo tengo que hacer en forma brillante en cada partida para que los consumidores tengan todos la misma experiencia todo el tiempo”, sostiene Ezequiel.
"Tengo un monoproducto y lo tengo que hacer en forma brillante"
Ezequiel mejoró la receta de su abuela
Le agregó sus tips para que el producto se lo saquen de las manos cuando abre su ventana de jueves a domingo. “Uso un arroz de sushi que genera un almidón muy cremoso - revela el cocinero-. También, cambié la cuchara clásica de madera por una espátula del mismo material. Eso me sirve para poder raspar el fondo de la olla que se cristaliza y que toda esa azúcar en el fuego se fusione y logre el sabor característico”.
No es fácil la cocción de este postre. “Muchas veces se me contractura la espalda de revolver la olla pesada y densa”, explica este emprendedor nato. “El arroz con leche es un postre que tiene el potencial de evocar emociones y recuerdos en las personas. Mi esperanza es que quienes lo prueben se sientan atraídos por esa conexión con la infancia”, explica Ezequiel.
"El arroz con leche es un postre que tiene el potencial de evocar emociones y recuerdos en las personas"
Los fines de semana se forma fila frente a su ventana de Palermo. “Hay jornadas en las que llegué a vender 50 kilos. Lo llevan los porteños que les recuerda su niñez, pero también brasileños, colombianos y venezolanos que rememoran postres de su país que son similares”.
El emprendimiento es un éxito sin haber invertido en publicidad
El local es apenas una ventanita que se abre a la calle, donde los clientes deben hacer sonar una campana para recibir su porción. Muchas jornadas, Ezequiel agota su reserva de postre. Lo sorprendente es que todo este éxito se logró sin ninguna inversión en publicidad. Ezequiel bautizó su proyecto: Arrozconlechería. Y el boca a boca hizo el resto.
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El producto tiene un precio de alrededor de 10.000 pesos el kilo, pero también se puede comer en pequeños vasos de 1.800 o mediano por 3.800 (los precios pueden sufrir modificaciones) El chef ofrece el producto espolvoreado con canela. Hay otras versiones que incluyen ralladura de cáscara de cítricos o hasta dulce de leche.
“Hay dos tipos de consumo. Uno es el que pasa y se lleva para probar una porción. Pero también, el que compra por kilo para llevar a una cena o para compartir viendo una serie los sábados”, sostiene Ezequiel.
Un productazo que consumen locales y turistas por igual
López Batista está satisfecho. Cree que con su idea dio en el punto exacto de la memoria de cientos de consumidores que con el aroma y la textura del arroz con leche recuerdan su infancia. “Siento que di en el clavo con el producto en el momento exacto y el lugar indicado por los turistas que también lo consumen”, resalta López Batista. Mientras tanto, el cocinero se prepara para un nuevo fin de semana que abrirá la ventana de su casa para ofrecer el postre preciado para que decenas de personas se transporten a cuando eran chicos y vuelven a sentir ese aroma dulzón único.
"Siento que di en el clavo con el producto en el momento exacto y el lugar indicado por los turistas que también lo consumen"
Dónde: Honduras 4141. De jueves a domingo de 14 a 19hs.